Port Moresby – “Quedarse sin la misa dominical, sin la Eucaristía, reunirse en oración en casa con la propia familia nos ha llevado a reflexionar con una nueva visión. Estamos experimentando lo que es 'normal' en las áreas más remotas del mundo, donde nuestros hermanos ven a un sacerdote una vez al mes, o cada tres, seis meses, o tal vez una vez al año", explica el padre Giorgio Licini, PIME, Secretario General de la Conferencia Episcopal de Papua Nueva Guinea y las Islas Salomón, hablando sobre el encierro declarado por el gobierno de Papua Nueva Guinea por el Covid.
En una nota enviada a Fides, el Secretario señala: “En PNG, la situación no es tan trágica como en otras partes del mundo; estamos impresionados por el hecho de que, al menos por ahora, el virus ha estallado en los países más ricos y más avanzados, mientras que el contagio todavía es mínimo aquí y en general en los países del hemisferio sur, donde, además, la infraestructura sanitaria para hacer frente es prácticamente inexistente”.
E misionero continúa: “Se trata de una emergencia sanitaria que, quizás, también podría sembrar algo positivo en el alma del hombre. Orar en familia, aunque no es como estar en misa, ciertamente fortalece los lazos en la familia y en la comunidad; no poder recibir la Eucaristía nos hace apreciar más el alimento de la Palabra. Cuando la emergencia termina – medita el p. Licini -, especialmente en áreas remotas, habrá escasez de sacerdotes para la misa dominical y los sacramentos, continuaremos orando y comprometiéndonos con las vocaciones y para que los sacerdotes permanezcan fieles al ministerio".
“Nuestra limitada familiaridad con las Escrituras nos recuerda constantemente la necesidad de abrir la Biblia con más frecuencia, reflexionar, contemplar y orar con las Escrituras individualmente o en grupo. La misa dominical no puede seguir siendo un evento aislado", subraya el Secretario General. "Los teólogos afirman que la Eucaristía es ‘culmen et fons’, vertice y fuente, sobre todo en términos de oración, caridad y obras de justicia y no puede permanecer desconectada de la vida cotidiana de la iglesia", señala. El padre Licini concluye su reflexión explicando que “el bloqueo del espíritu es mucho peor que el bloqueo temporal causado por una pandemia. Las obras de caridad y justicia, la Palabra de Dios, el Cuerpo y la Sangre de Cristo no pueden permanecer aisladas. La identidad católica y la fe están formadas por estos tres elementos, juntos y siempre”.
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