Johannesburgo – “Aunque la fe se ha arraigado y está bien formada entre la población católica, el cierre de las Iglesias y la suspensión de todos los servicios eucarísticos y otros servicios litúrgicos para el público han demostrado que en muchos casos los fieles no han sido educados y formados adecuadamente en su fe. Un gran número de fieles se está perdiendo ahora que no hay nadie allí para dirigirlos y guiarlos", dice a la Agencia Fides el p. Gordon Paul Rees, Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias de Sudáfrica, al describir el impacto de las medidas de contención de la pandemia COVID-19 en la Iglesia en el país.
“Muchas personas no son católicos maduros que pueden asumir la responsabilidad de su fe, aunque varios obispos e instituciones religiosas, como el Instituto Jesuita, han alentado a los fieles, ayudándoles a ubicar esta experiencia en un contexto religioso más amplio del pueblo de Dios sufriente” agrega el p. Rees. Se están llevando a cabo varias actividades de la Iglesia a través de Internet y otros medios, pero el Director Nacional de las OMP señala que "la pandemia ha vuelto a poner de manifiesto la brecha existente entre los privilegiados y los menos privilegiados. Quienes tienen acceso a las redes sociales se benefician de la misión de la Iglesia, mientras que el resto queda excluido".
“Donde hemos podido, la misión social de la Iglesia, cómo alimentar a los hambrientos, ha continuado”, explica el p. Rees. “Sin embargo, en algunas áreas, a las organizaciones caritativas católicas se les ha impedido deliberadamente hacer su trabajo", comenta el p. Rees, quien describe una situación dramática: “La Iglesia siempre ha jugado un papel importante en el cuidado de los más pobres, los migrantes, los refugiados indocumentados; con el anuncio del cierre, la triste realidad es que los planes alimenticios del gobierno no están llegando a la mayoría de las personas que viven al día. Además, no se brinda ayuda a los indocumentados: refugiados, migrantes y personas sin hogar”. “Numerosos funcionarios del gobierno han sido sorprendidos robando paquetes de comida, dándolos solo a quienes apoyan al partido gobernante o incluso tratando de venderlos. En muchos casos, varias ONG han sido arrestadas e incluso algunas personas individualmente por distribuir alimentos, ya que el gobierno afirma que solo él puede distribuirlos. Sin embargo, en algunos lugares, las organizaciones de la Iglesia y las ONG han tenido la oportunidad de entregar alimentos a los necesitados”, dice el p. Rees
“Numerosas diócesis han pedido ayuda al Fondo de Emergencia de las OMP para el COVID-19. Las primeras solicitudes se referían a la gestión de la crisis humanitaria: las personas mueren de hambre debido al hecho de que se ven obligadas a quedarse en sus hogares mientras las parcelas de alimentos del gobierno tardan en llegar", explica a Fides el p. Rees, que describe algunas iniciativas caritativas de la Iglesia: “Gracias a la generosidad de algunos fieles, la diócesis de Polokwane pudo reunir algunos paquetes de alimentos y distribuirlos a las personas más necesitadas de la zona. En la parroquia de Orange Farm, cerca de Johannesburgo, los misioneros combonianos recibieron ayuda de algunos católicos en Johannesburgo para alimentar a las personas en crisis alimentaria".
Gracias a Caritas, la diócesis de Rustenburg ha podido distribuir 250 canastas de alimentos y 250 bolsas de harina de maíz a las personas más desfavorecidas, refugiados irregulares y migrantes de la zona.
El Centro Denis Hurley está suministrando medicamentos y alimentos a las personas sin hogar y otras personas necesitadas. El edificio en sí alberga a 100 personas mayores, discapacitadas y enfermas.
Además, la Nunciatura puso a disposición una considerable suma de dinero para la distribución de paquetes de alimentos.
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