Alepo – El Niño Jesús vino al mundo en un momento de la historia marcado por la violencia, las privaciones y el sufrimiento, un panorama similar al que viven hoy los sirios y otros pueblos de Oriente Medio. La luz de su esperanza se encendió en la oscuridad, del mismo modo hoy puede iluminar las vidas de las personas que viven en medio de los problemas de estos tiempos difíciles. En cambio, muchos cristianos en Siria se dejan guiar por el egoísmo y usan la comunidad eclesial como una especie de red de asistencia a la que poder explotar, como si se tratase de una especie de agencia al servicio de sus intereses privados. Y este individualismo egoísta representa una trampa furtiva que debilita y apaga la vida de las comunidades cristianas de Oriente Medio en nuestro presente. Así lo escribe el obispo Georges Abou Khazen ofm, vicario apostólico de Alepo para los católicos del rito latino, en una carta navideña repleta de consideraciones tan inusuales como sabias sobre la condición actual de los cristianos en el Oriente Medio.
“Hace dos mil años -, comenta el obispo franciscano a la Agencia Fides, ilustrando los pasajes clave de su carta de Navidad -, Jesús vino a un mundo marcado por fenómenos y condiciones para nada diferentes de los que vivimos hoy: crisis, conflictos, guerras. Miseria y hambre. En aquel tiempo también existían los flujos migratorios hacia Egipto, hacia Roma o hacia Mesopotamia: Y entonces, ¿con qué valor podían los ángeles recibir el nacimiento de Jesús cantando la gloria a Dios en el cielo y la paz en la tierra a los hombres?. Fue posible precisamente porque el nacimiento de Dios hecho hombre no era un cuento de hadas, y no era una fake news. Era un evento real, que sorprendió y cambió los corazones de los pastores que llegaron a adorar al Niño Jesús, y los empujó a contar a los demás lo que habían visto".
La novedad que entró en el mundo con la encarnación de Cristo - agrega el Vicario Apostólico de Alepo -, es una promesa de salvación que se encamina hacia su cumplimiento a través de dificultades, resistencias, escepticismos e indiferencias de las cuales la historia humana está llena. Y en el camino, el milagro que puede sorprender al mundo es el de la esperanza de la que se llenan los corazones tocados y liberados por la gracia de Cristo, a pesar de que las condiciones históricas estén marcadas por el sufrimiento y la miseria”. En este sentido, el obispo Georges explica la condición actual de las comunidades cristianas locales aportando consideraciones que están lejos de los estereotipos que prevalecen en los medios de comunicación globales.
. “En el momento del nacimiento de Jesús, - señala el vicario apostólico de Alepo-, los ángeles no anunciaron ese evento admirable a un solo individuo, sino a una comunidad de pastores. A lo largo de la historia, la maravilla del evento cristiano une a las personas y las transforma en comunidad”. Mirando al presente, el obispo franciscano recuerda que muchas razones y problemas, relacionados con el conflicto sirio, han contribuido a debilitar las comunidades cristianas locales en los últimos años. Pero luego indica como un factor determinante de este debilitamiento, la actitud de muchos que consideran a la comunidad como un tipo de organización al servicio de sus intereses personales. "Con gran dolor - escribe el obispo Georges-, me doy cuenta de la pérdida del sentido de pertenencia a la comunidad en un cierto número de adultos, que desafortunadamente transfieren esta mentalidad a sus hijos. Pertenecemos a la Iglesia. Si la Iglesia permanece unida, las puertas del infierno no prevalecerán. Y en la comunidad cristiana, cada persona debe estar atenta al bien de los demás, antes que a sí mismo". En cambio, sin esta experiencia, cada individuo se vuelve más frágil y vulnerable, también a merced de las herramientas de comunicación social que no sirven para unir a las personas sino más bien terminan aislando a cada individuo en el su soledad individualista.
Observando dolorosamente estos procesos de disgregación, el obispo Abou Khazen desea a todos que precisamente la Navidad se convierta en una oportunidad para la conversión interior, "para eliminar todas las ideas egoístas e individualistas que nos han sido inculcadas". “La unidad de las comunidades cristianas - remarca el vicario apostólico de Alepo-, es un testimonio sorprendente para todos aquellos que, mirando a los cristianos en comunión unos con otros, pueden exclamar: ‘¡miren cómo se aman!’, ‘Es un milagro’ El milagro del amor”, agrega el obispo Georges.
“No podemos alcanzarlo solos, sino por la gracia de Dios. ‘No me elegisteis vosotros, sino que yo os elegí’, dice Jesús. Debemos pedir esta bendición, buscarla a través de pequeñas iniciativas y gestos sencillos. En el espíritu de la comunidad, nos sentimos seguros. Yasí, también el sufrimiento que estamos experimentando en estos tiempos se diluye”. “Cuando Jesús vino al mundo - concluye el pastor de la comunidad católica del rito latino- , la gente caminaba en la oscuridad, distraída, y la luz divina, la luz de la fe, los atrajo y los reunió. Espero que nosotros también podamos ver esta luz y unirnos bajo la bandera de Cristo, el Salvador del mundo”.
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