Lusaka - Ayudar a las personas con discapacidad en Zambia significa ofrecerles apoyo físico y psicológico, pero, sobre todo, significa ayudarles a superar el estigma social que los rodea. Estos son los objetivos de la Asociación Papa Juan XXIII y de las Hermanas Franciscanas Misioneras de Asís que, en colaboración con la ONG Celim, han creado un proyecto dirigido al mundo de los discapacitados. El plan, llamado " Disability", tiene como objetivo mejorar la oferta educativa, asegurando una educación de calidad, estructuras adecuadas y maestros capacitados, y como objetivo aumentar las oportunidades de trabajo para los discapacitados, ofreciendo una atención médica adecuada.
En Zambia, según datos de la OMS, dos millones de personas sufren discapacidades, aproximadamente el 15% de la población. Los datos muestran que en este porcentaje hay una prevalencia de mujeres sobre hombres, con una mayor concentración en las zonas rurales que en las ciudades. Las leyes estatales son limitadas. Hay una ley en el país que debería ayudar a las familias y a las personas discapacitadas. La falta de fondos significa que esta norma sea ignorada por completo y, por lo tanto, se carece de infraestructuras y personal con formación específica.
Durante años, los misioneros católicos han estado ofreciendo atención y asistencia a los discapacitados. En Zambia, como en gran parte de África, el estigma contra el mundo de la discapacidad sigue siendo fuerte. La discapacidad se ve como el fruto de una maldición, de una especie de brujería. Las familias tienden a esconder a los niños discapacitados. "El zambiano promedio - dice Tommaso Sartori de Celim a Fides - no discrimina a los discapacitados. A menudo he visto a hombres y mujeres acercarse a personas discapacitadas, hablar con ellos, tener una relación pacífica con ellos. Dicho esto, en las familias "Todavía hay una sensación de vergüenza, quizás de incomodidad, lo que significa que no se habla de discapacidad y que las personas con discapacidad quedan relegadas al mundo del hogar".
Por lo tanto, el esfuerzo por mejorar las condiciones de vida de los discapacitados es indispensable, pero a esto se debe agregar un trabajo continuo de sensibilización en el contexto familiar y comunitario para reducir los prejuicios y la discriminación que aún pesan sobre los discapacitados.
Para superar esta situación, el proyecto incluye la colaboración con el Ministerio de Salud para llevar a cabo actividades de sensibilización a través de conferencias. También se están organizando una serie de reuniones en varios vecindarios a través de las parroquias. El objetivo es transmitir una imagen diferente de la discapacidad, promoviendo la idea de que quienes viven con una discapacidad son un recurso para toda la comunidad y no una verguenza que esconder.
Los misioneros han ido más allá. "Periódicamente - explica Tommaso Sartori -, organizamos momentos en los que las personas discapacitadas se encuentran con niños de la calle. Estos son días en los que, entre juegos, deportes y actividades recreativas, se unen realidades que, por diversas razones, están excluidas de la sociedad. Se trata de un modo sereno y amigable de construir puentes de amistad y entendimiento mutuo”. Los niños y las niñas se sienten cómodos juntos. "La recreación es un buen momento. Los chicos se integran de forma natural porque no sienten el peso de las diferencias que la sociedad trata de cargar sobre sus hombros. Los chicos de la calle muestran una sensibilidad única. Ven a las personas discapacitadas como personas vulnerables a las que hay que estar cerca", concluye Sartori.
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