Fez - En un escenario caracterizado por la pobreza y la emigración a la ciudad de Fez "junto con unos 450 estudiantes universitarios que forman parte de nuestra comunidad católica, llevamos a cabo desde hace años muchas iniciativas que hacen de nuestra parroquia un lugar dinámico, de fe vivida en la alegría y la apertura", relató el padre Matteo Revelli, sacerdote de la Sociedad para las Misiones Africanas, párroco de la iglesia de San Francisco de Asís en Fez, a la Agencia Fides. La comunidad católica, señaló, espera con interés la próxima visita del papa Francisco al país y trabaja a nivel social con un espíritu de apertura, caridad y misericordia incondicional.
"Este año he hecho un esfuerzo especial para que los alumnos puedan abrirse y acercarse personalmente a los numerosos inmigrantes de Fez. Hasta el pasado mes de julio, casi mil de ellos acampaban en tiendas de campaña improvisadas en terrenos abandonados, justo al lado de la estación de tren de la ciudad. Sin agua ni luz. De repente se vieron obligados a abandonar este lugar y se instalaron en algunos barrios populares de la ciudad donde tienen un techo sobre sus cabezas, algo de agua y un mínimo de electricidad. Todos estos son servicios que hay que pagar, también porque ya no se permite ganarse la vida mendigando por las calles", subrayó el padre Matteo.
Durante el invierno, Fez es una ciudad muy fría y las condiciones de supervivencia de las personas que viven en condiciones precarias son a menudo difíciles. "Es imposible pensar en estructuras estables de Cáritas, que requieren grandes medios y personal. Desde hace un par de años, algunos voluntarios de Caritas en Rabat ayudan con medicinas, ofreciendo apoyo a los que no pueden pagar su alojamiento, un poco de comida y ropa… Ahora, junto con un grupo de voluntarios, proporcionamos un plato de comida caliente a 45 personas al día y la posibilidad, para unas veinte personas, de tomar un baño caliente en el hammam local una vez a la semana. La cocinera es una verdadera ‘madre’ para los migrantes: cocina y sirve comidas en lugares improvisados del barrio. El comedor es el dormitorio donde ella duerme después de que todos sus 'hijos' se van. Todas las mañanas mi ayudante reparte los 45 vales de comida a los más necesitados", explicó el p. Revelli.
El servicio de asistencia presenta algunos aspectos críticos: "La situación se está volviendo explosiva, porque algunos de los 250 inmigrantes del barrio se apiñan todas las noches para tener la oportunidad de comer también. Además, muchos ciudadanos marroquíes en el barrio también son pobres y se acercan a ver si hay comida para ellos", añadió el misionero.
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