Roma – Ayer domingo 30 de septiembre se inauguró una de las dos nuevas casas en Roma para mujeres refugiadas con niños y mujeres migrantes en situación de vulnerabilidad. El proyecto se llama “Chaire Gynai”, que en griego significa “Bienvenida mujer”. Según la información enviada a Agenzia Fides por las Hermanas Misioneras Scalabrinianas, se trata de la primera casa de este tipo en Italia donde se acogerá a mujeres que ya hayan obtenido la condición de refugiadas o que podrían regularizar su estatus migratorio, incluidas las mujeres que necesitan la transformación del tipo de permiso. En las dos casas podrán permanecer por un período que va desde los 6 meses hasta un año, siempre y cuando las mujeres hayan logrado una completa autonomía e integración.
La iniciativa fue posible tanto gracias Congregación de las Hermanas Misioneras Scalabrinianas como al Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral , la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, la UISG y la Conferencia Episcopal Italiana.
Las Scalabrinianas, involucradas en actividades pastorales y de asistencia a migrantes en situación de necesidad, también involucraron a las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús que pusieron varios espacios a su disposición. Hoy también otras congregaciones religiosas femeninas contribuyen al éxito del proyecto.
Una nigeriana, una congoleña y una somalí fueron las primeras en entrar en la casa. Son personas que han tenido en sus comunidades una formación profesional que puede ser útil en su proceso de integración. Entre ellas también hay una abogada experta en derechos humanos. “Valoramos el principio de la dignidad humana, el derecho a la libertad y la igualdad, valorar a las personas y su protección”, explica la hermana Eleia Scariot, Scalabriniana coordinadora del proyecto. La intención es apoyar a las mujeres en su camino de integración y desarrollo profesional. La base es la esperanza: estas mujeres reciben ayuda y apoyo humano y profesional, experiencias de convivencia, de diversión y de espiritualidad, porque llegan heridas después su viaje migratorio. Al mismo tiempo, estas mujeres y sus hijos pueden contribuir a la construcción de una sociedad diferente aquí en el territorio romano donde se establecen”.
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