Ghardaia - El Valle de M'Zab en el sur de Argelia, sigue siendo escenario de violencia sectaria de base étnico-religiosa y los organismos de seguridad argelinos no consiguen detenerla. Los enfrentamientos se producen desde hace más de medio año entre la población berebere Ibadi y los grupos de sunitas islamistas, y el cuadro se complica por las maniobras de las bandas de delincuentes que fomentan el choque entre identidades para aprovecharse del caos y realizar saqueos y otros actos delictivos. En los últimos tiempos, la espiral de violencia ha visto a estas poblaciones pasar de la lucha con palos y cuchillos al uso de armas de fuego, con el consecuente aumento exponencial del número de víctimas. En los últimos estallidos de violencia se han registrado 25 muertos y decenas de heridos.
Nos ha proporcionado un panorama sombrío de la situación del Valle de M'Zab - transformado de un lugar de convivencia pacífica en un verdadero “valle de lágrimas” - Su Exc. Mons. Claude Rault, M. Afr., Obispo de la diócesis de Laghouat. En su último informe - difundido por la asociación “Amis du Diocèse du Sahara” y enviado a la Agencia Fides - el titular de una de las diócesis territorialmente más grandes del mundo hace referen cia a los testimonios que él mismo ha recogido directamente entorno a los “tristes acontecimientos” que han afectado a los centros de Ghardaia y especialmente Berriane y Guerrara. “Muchas de las familias - dice el Obispo - lloran a sus muertos, viven en el miedo y la inquietud ante la reanudación de una barbarie que parece ciega. Y, ciertamente, la represión por sí sola no puede conseguir que deje de propagarse el incendio, aunque parezca que logra apaciguar un poco esta locura mortal”.
En este escenario dramático, los cristianos locales siguen ofreciendo sus oraciones y su contribución activa para ayudar a superar las heridas que están destruyendo la coexistencia secular entre los diferentes grupos enraizados en la región. “Como una pequeña comunidad cristiana que vive desde hace mucho tiempo en el Valle - escribe en su mensaje el obispo Ruault - hemos tejido fuertes lazos de fraternidad, convivencia y colaboración, y queremos continuar por este camino. Hemos recibido mucho de esta población, a la que queremos, y que siempre nos ha respetado a pesar de las diferencias que habrían podido dar lugar a la exclusión”. “Por esto -, añade el obispo - lloramos con las familias que han perdido a sus seres queridos. Sufrimos sus heridas. Estamos inquietos con los que ven a unos u otros sembrar la violencia y el odio. Tenemos miedo de este futuro incierto. Pero creemos en los recursos de humanidad y sabiduría que Dios ha puesto en esta población que nos acoge... Nuestra oración, en estos tiempos de Ramadán - concluye Mons. Rault - es que el Valle de M'Zab vuelva a ser un valle feliz”. .
Publicar un comentario