Bangkok - La policía tailandesa ha descubierto al sur del país, un campamento utilizado para segregar a las víctimas de la trata de personas: el descubrimiento se produce pocos días después del hallazgo de 26 cuerpos de hombres y mujeres, víctimas de la trata. Según la policía, el lugar en cuestión, en la frontera entre Tailandia y Malasia, se cree que ha sido utilizado por una red transnacional que contrabandea inmigrantes de Birmania y Bangladesh, que son vendidos como esclavos.
Según los observadores, el fenómeno está en auge en Tailandia porque por un lado las autoridades tailandesas consideran estos inmigrantes como “ilegales” y no como “refugiados”; por otro porque algunos funcionarios tailandeses participan directamente en las ganancias. Se estima que el fenómeno tiene un volumen de negocios en Tailandia de 250 millones de dólares cada año y cuenta con la participación de organizaciones criminales que operan en todo el sudeste de Asia, que se aprovechan de las zonas de pobreza y malestar.
Entre los grupos explotados y abusados, los más susceptible a la violencia, al acoso y al tráfico ilegal es la población musulmana de etnia rohingya. Oriundos del estado de Rakhine, en Myanmar, los rohingya huyen del país de origen en busca de asilo a países como Malasia o Indonesia. Tailandia, en la mayoría de los casos, es una parada obligada en su éxodo.
Según el informe de 2014 sobre el tráfico de personas publicado por el Departamento de Estado, Tailandia es uno de los países del mundo donde el fenómeno de la trata está más difundido. Hombres, mujeres y niños en Tailandia se ven obligados a trabajar sobre todo en la prostitución, en la industria de la pesca y en las fábricas textiles. La comunidad internacional ha pedido a Tailandia acciones más eficaces para contrarrestar y reprimir la trata de personas.
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