Taipei - China, al igual que otros países del Lejano Oriente, sigue el calendario lunar que comienza este año a partir del 5 de febrero. “La fiesta comienza con la víspera del año nuevo”, -explica a la Agencia Fides el misionero camiliano Giuseppe Dido- “cuando se coloca una gran cantidad de comida ante el altar de los antepasados, para que puedan comer primero. Luego, por la noche con la comida del altar de los antepasados, comienza la gran cena de la familia reunida. Todos los miembros regresan a casa, incluso aquellos que trabajan muy lejos. En este día, las autopistas se colapsan de vehículos de quienes regresan a casa para la fiesta. A medianoche, después de la llegada del nuevo año, o temprano en la mañana, se disparan petardos y los niños reciben sobres rojos de sus padres como un signo de abundancia y felicidad. Una gran escritura roja que dice 'Primavera', anuncia la llegada de la nueva estación que comienza con el nuevo año”.El misionero señala que las celebraciones, con nueve días de vacaciones, giran en torno a dos conceptos muy importantes y profundamente arraigados en la cultura china, el primero de los cuales es la veneración de los antepasados, a quienes se les ofrece incienso. La Iglesia católica también participa en esta ceremonia que tiene lugar en forma solemne después de la misa del primer día del Año Nuevo chino. El segundo aspecto es el gran valor otorgado a la unidad familiar. En la víspera del año nuevo, antes de comenzar la cena, los chinos veneran sus divinidades y en la madrugada del primer día del año nuevo veneran a sus antepasados para después intercambiar buenos deseos por un feliz año nuevo.
“Incluso los cristianos chinos esperan la llegada del Año Nuevo”, asegura el padre Didone -. Mientras la mayoría piensan en comprar ropa nueva, un coche nuevo o una casa nueva, según el dicho chino para renovar las cosas viejas, nosotros insistimos mucho en la renovación espiritual, que es lo más importante”.
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