Quito - "Ante los trágicos episodios de desplazamiento forzado de personas por razones sociales, étnicas y de ambición, que han causado grandes sufrimientos a algunos grupos, todos juntos debemos vencer el mal con el bien. En otras palabras, es nuestro deber acoger a los necesitados". Los obispos de Ecuador escribieron esto en un mensaje dirigido "a todos los fieles y a todos los ciudadanos en general", para recordar el deber de acoger a los necesitados, incluidos los migrantes: "Os exhortamos a combatir el racismo y la xenofobia. La petición a nuestros hermanos y hermanas inmigrantes es que respeten las leyes y las expresiones culturales que son expresiones vivas del país que los acoge".
El mensaje de la Presidencia de la Conferencia Episcopal subraya que "la emigración se ha convertido en un fenómeno global que implica a todas las naciones, afecta a millones de personas y plantea retos que la Iglesia no puede ignorar. Es importante destacar que entre los inmigrantes más vulnerables se encuentran los inmigrantes indocumentados, los refugiados, los solicitantes de asilo, las personas desplazadas por los conflictos y las víctimas, en su mayoría niños y mujeres, de la trata de seres humanos".
Ante los recientes episodios de racismo e intolerancia en el país, que han afectado a los inmigrantes venezolanos con violencia, los obispos invitan a los padres, maestros y a todos aquellos de quienes dependen los demás ciudadanos, a luchar contra el racismo y la xenofobia, en todos los ámbitos en los que trabajan y desarrollan sus relaciones, y a inculcar los valores del respeto a la vida en todas sus etapas y manifestaciones, "promoviendo actitudes positivas basadas en la Doctrina Social de la Iglesia y en los derechos fundamentales del ser humano".
"Todos debemos, en Ecuador, pasar de la simple tolerancia de los demás a un verdadero respeto por sus diferencias y así transformar el egoísmo en generosidad, el miedo en apertura y el rechazo en solidaridad. También pedimos a los inmigrantes que respeten a nuestro país, que es el territorio que los acogió, así como a nuestra gente, nuestras leyes, nuestra cultura y nuestras tradiciones. Respetémonos como hermanos e hijos de un mismo Padre, solo así reinará la armonía social".
Los obispos concluyen su mensaje diciendo que "el camino hacia una verdadera aceptación de la diversidad cultural y social es difícil, y a veces es un verdadero 'Vía Crucis' tanto para el migrante como para el país de acogida, como lo demuestran los recientes acontecimientos, pero esto no debe desalentarnos como sociedad y como Iglesia. Debemos enfrentarnos juntos a estos nuevos desafíos. Es responsabilidad de todos generar y promover una cultura de paz, justicia, equidad y ausencia de violencia".
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