Jerusalén - La primera casa-familia de la Comunidad del Papa Juan XXIII en Tierra Santa ha abierto sus puertas en Jerusalén, en el Vicariato de Santiago de los católicos de lengua hebrea en Israel. “Para nosotros es muy significativo abrirnos a la acogida de los más pobres en la tierra de Jesús, quién es amigo de los pobres”, explica en una nota enviada a la Agencia Fides Giovanni Paolo Ramonda, presidente de la Comunidad de Don Benzi.
Monseñor Pierbattista Pizzaballa OFM, Administrador Apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, acompañado por el vicario padre Rafic Nahra y por el ex vicario padre David Neuhaus, han estado presentes en la inauguración, ya que han sido grandes promotores del proyecto.
Antonio de Filippis, responsable del proyecto para la Comunidad Papa Juan XXIII explica a Fides:
El Vicariato de Santiago nació de un grupo de judíos convertidos al catolicismo y luego se ha enriquecido con la llegada de muchos inmigrantes, que no hablan árabe. De este modo estamos aquí en Israel para hacer Iglesia con la minoría católica de habla hebrea. Es una experiencia de identidad israelí importante, que nos ayuda como católicos en la recuperación de las interpretaciones hebreas del Antiguo Testamento. Nos regocijamos en el encuentro silencioso entre estas dos identidades, una Iglesia discreta que promueve el encuentro en 4 parroquias”.
El Vicariato de Santiago trabaja dentro del Patriarcado Latino en la pastoral y en la atención a los inmigrantes. Como parte de este compromiso está la apertura de la nueva casa-familia, cuyo proyecto esta en marcha desde febrero. Comenzamos con la acogida sólo durante el día de 3 niños filipinos, hijos de inmigrantes, ahora hemos llegado a acoger 5 menores a tiempo completo.
“La relación con estos niños es muy difícil, son niños heridos”, explica Barbara Branchetti entre los voluntarios que trabajan en el hogar familiar. Bárbara, que es una enfermera de 39 años, conoció la Comunidad Papa Juan XXIII en 2012 gracias a un curso misionero y después de dos experiencias de misión, aceptó con entusiasmo la propuesta de venir a Jerusalén.
Para responder adecuadamente a las nuevas necesidades pastorales, al servicio de los migrantes y refugiados, en mayo de 2018 el Patriarcado Latino estableció una “parroquia personal” para todos los migrantes y refugiados en Israel y un Vicariato Episcopal específico para migrantes y refugiados. El arzobispo Pizzaballa explica que el objetivo común es “garantizar un servicio pastoral completo a todos los que están lejos de nuestras iglesias, pero que, a pesar de las difíciles circunstancias sociales en las que viven, quieren recibir un acompañamiento eclesial”. Con estas iniciativas, el patriarcado pretende responder a las necesidades de una comunidad eclesial que durante varios años se ha enriquecido con las decenas de miles de extranjeros que viven permanentemente en nuestro territorio y que llenan nuestras iglesias: filipinos, indios, ciudadanos de Sri Lanka y muchos otros que, como observa Pizzaballa, “se ha convertido en una parte integral de nuestra comunidad”. En los últimos años, también han llegado refugiados de Sudán del Sur y Eritrea.
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