AMÉRICA/BRASIL - La Diócesis de Roraima grita en defensa de los inmigrantes venezolanos

Agenzia Fides Boa Vista – Coincidiendo con la celebración del Día de la Independencia, desde hace 24 años, todo 7 de septiembre se celebra en Brasil el Grito de los Excluidos, organizado por la Iglesia católica junto con otros organismos y movimientos sociales. Este año el tema ha sido ¡Vida en primer lugar!, teniendo como lema “¡Desigualdad genera violencia: basta de privilegios!” A lo largo del país se han celebrado diferentes marchas y concentraciones donde, partiendo del tema general, han sido denunciadas problemáticas presentes en la realidad nacional y local. En la diócesis de Roraima, donde se concentran buena parte de los inmigrantes venezolanos, el grito en defensa de sus derechos estuvo presente a lo largo del acto que concentró cientos de personas. Cabe destacar la presencia de un buen número de inmigrantes, lo que supone una prueba de la tentativa de acogida por parte de la Iglesia local para quienes llegan de lejos y se encuentran desamparados.

El obispo local, en declaraciones a la Agencia Fides, señalaba que “el Grito de los Excluidos y de las Excluidas es un grito de quien tiene vida, de quien tiene fe, de quien tiene esperanza”, insistiendo en la necesidad de unión para superar las dificultades, “para generar un horizonte a ser conquistado, nunca solos, nunca sin sueños, nunca sin respirar justicia, paz, alegría, amor y solidaridad”, según Monseñor Mario Antonio da Silva. La noche anterior al Grito se produjo en Boa Vista, capital de Roraima, un doble asesinato de un inmigrante venezolano y un brasileño, lo que generó un clima de miedo entre los inmigrantes que duermen en las calles, entre ellos muchas mujeres y niños, que temían represalias.

En ese sentido, Monseñor da Silva, refiriéndose a la violencia presente en la sociedad local, insistía a Fides en la necesidad de nuevas miradas “sobre esas realidades que destruyen la vida de muchas personas, sean brasileños, sean inmigrantes y refugiados da Venezuela o de tantos otros países que conviven con nosotros”. “La independencia no puede ser sólo algo que queda en el calendario de la historia, sino algo vivencial, concreto en la vida, generando a todos prosperidad, fraternidad, aquello que Jesús nos enseña, una vida y vida en abundancia”, resaltaba Monseñor da Silva, quien veía el Grito como “momento de lucha por aquellos que son amenazados, que están en peligro y necesitan una solidaridad mayor”.
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