Kabul – “Los últimos atentados han sido terribles. Al estar encerrado en la Embajada, no tengo noticias de primera mano, sé lo que se dice a través de los medios de comunicación. Creo que Afganistán está en el centro de los juegos de poder entre las grandes potencias regionales y mundiales. Debo decir con gran sufrimiento que actualmente no se ve un rayo de luz”. Así lo declara la Agencia Fides el p. Giovanni Scalese, sacerdote Barnabita que vive en Kabul y es titular de la Misión sui iuris de Afganistán, después de los últimos atentados sangrientos que han afectado al país.
Ayer, 24 de enero, tres miembros del personal de la asociación humanitaria “Save the Children” murieron a causa de un ataque kamikaze en la oficina de Jalalabad en el este del país y 24 resultaron heridos. La ONG, presente en Afganistán desde 1976, ha suspendido su actividad en el país. El ataque ha tenido lugar unos días después del atentado en el que cuatro hombres armados, uno de ellos kamikaze, atacaron el hotel Intercontinental en Kabul, causando 43 víctimas.
La misión de los barnabitas en Afganistán tiene su base en la Embajada de Italia en Kabul, donde la presencia católica fue admitida a inicios del Novecientos como una simple asistencia espiritual diplomática, pero posteriormente fue elevada a Misión sui iuris, en el año 2002, por Juan Pablo II. El padrea Scalese dice a Fides: “Han transcurrido tres años desde el 11 de enero de 2015, cuando durante la Celebración del Bautismo del Señor, tomé posesión canónica de la Misión. Han sido tres años intensos, pero no me siento cansado en absoluto: veo que los días, las semanas, los meses, los años pasan rápidamente, a pesar de la aparente inactividad de la actual situación existente”.
El Barnabita declara que no puede salir del complejo diplomático: “La situación general de Afganistán no parece mejorar; por el contrario, podría decir que se deteriora progresivamente. Cuando, inmediatamente después de la caída del régimen talibán, la Misión sui iuris fue ascendida, la situación del resto del país era muy inestable, pero en Kabul parecía tranquila. Se podía salir libremente y hacer una vida casi normal. Sin embargo, cuando llegué, en 2015, la impresión que tuve fue la de una ciudad en estado de sitio. Después del ataque del 31 de mayo de 2017 a la Embajada de Alemania , la 'Zona Verde', donde se encuentran los edificios gubernamentales y misiones diplomáticas, se ha convertido en una verdadera fortaleza, de donde no es recomendable salir y es muy difícil entrar”. En esta difícil situación, menciona, “seguimos encomendando a Dios el pueblo afgano y el futuro del país, confiando en que el Señor pueda dar un tiempo de paz, de reconciliación, de bienestar y desarrollo”. “La Misión Católica afgana, dentro de los límites impuestos por la situación, mantiene la llama de la esperanza y la fe en un contexto, al menos en apariencia, impermeable al Evangelio. Con su escasa actividad, da un testimonio, limitado pero significativo, del amor desinteresado por los necesitados. Pero sobre todo, a través de la Eucaristía, mantiene realmente la presencia de Cristo también en esta remota región de Asia Central”, declara el P. Scalese.
Además del Barnabita, como presencia católica en la capital, en Kabul también están presentes las hermanas de la Madre Teresa de Calcuta y la Asociación intercongregacional “Pro niños de Kabul”. Hasta el 2016 estaban activas también las Pequeñas Hermanas de Charles de Foucauld, quienes llegaron a Afganistán en la década de 1950. “Además, las fuerzas militares tienen su organización interna, también desde un punto de vista espiritual. Por ejemplo, en la base de la OTAN de Kabul hay un capellán católico, e incluso las tropas italianas estacionadas en Herat tienen su capellán”, concluye el padre Giovanni.
Publicar un comentario