N’Djamena – La población de Chad está experimentando un momento de gran dificultad. La caída en los precios del petróleo ha socavado la economía. Los principales sindicatos han llamado a “una huelga general sin límites” para protestar contra las medidas de austeridad del gobierno, que ha recortado los salarios de los funcionarios. Los líderes de la sociedad civil han desafiado los recortes salariales y también han denunciado las acciones represivas de las autoridades y la prohibición de las iniciativas pacíficas. La policía ha disparado gases lacrimógenos en N'Djamena para dispersar las reuniones estudiantiles y un centenar de personas han sido arrestadas. En una fase de fuertes tensiones sociales y políticas, la Iglesia local invita a la población y a las instituciones a “hacer su parte, en la dirección del bien común, para sacar al país de la crisis”, sin ceder “a la violencia y al desaliento”, observa en una entrevista con la Agencia Fides el p. Franco Martellozzo, misionero jesuita, en Chad desde hace más de cincuenta años.
El p. Martellozzo explica: “Es un momento objetivamente difícil a nivel social. La población ha sido puesta a prueba. Los sitios de trabajo públicos están bloqueados, incluidos los que afectan a escuelas y hospitales. Todo está parado. Los salarios se pagan con mucho retraso o incluso son recortados. Los recortes provocan huelgas especialmente en el sector escolar”. La crisis es generalizada especialmente en los grandes centros y afecta especialmente al empleo público, “mientras que los agricultores y ganaderos están menos interesados, aunque el cambio climático está afectando negativamente a los cultivos y el ganado”, dice el misionero.
Chad también se encuentra en el centro de la región del Sahel, que se ha vuelto particularmente inestable en los últimos años. El este, tiene que lidiar con la crisis sudanesa, al sur con la centro-africana y en el oeste con la de Camerún y con Nigeria. El tráfico de los migrantes pasa por el norte y se sienten las tensiones libias. El fenómeno del fundamentalismo islámico también es preocupante, aunque “el grupo Boko Haram, según los funcionarios del área del Lago Chad, no ha logrado echar raíces en el país”, afirma el p. Franco. En esta situación de crisis, concluye el jesuita, “la comunidad católica da un anuncio de esperanza y se ofrece a sí misma, poniendo a disposición sus recursos humanos, espirituales y materiales para satisfacer las necesidades de las personas, especialmente las más frágiles y necesitadas, en la perspectiva del bien común”, como hace el “Magis” .
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