Kami – “Partí para la Misión Kami en las Montañas de Bolivia el 2 de enero de 1985 para ayudar y ofrecer mi apoyo en esta remota y complicada zona debido a la altitud ”, explica a la Agencia Fides el padre Serafino Chiesa, SDB, Salesiano de Don Bosco. “No estaba preparado para marcharme como misionero, pero acepté la propuesta de mis superiores de abrir una pequeña ventana al mundo, una misión entre los pobres. En mi vida siempre me he orientado hacia la ayuda a los jóvenes en riesgo, he invertido mucho en los jóvenes, y ahora, en Kami, estoy cosechando los frutos porque hemos dado pasos gigantescos en el ámbito de la educación y la solidaridad, y los mismos jóvenes están involucrados en la mejora de su futuro. A veces las dificultades que hay que superar para alcanzar los objetivos son muchos, pero esto no detiene nuestro trabajo”, continúa el misionero.
La Misión Salesiana de Kami abarca una superficie muy grande, de unos 910 km2, en el departamento de Cochabamba, Bolivia. En Kami, y en los cientos de comunidades campesinas que lo rodean, viven unas 20.000 personas que pertenecen a las etnias Quechua, descendientes de los antiguos Incas, y Aymara, de origen pre-incas. La población se divide en dos grupos distintos: los mineros y los campesinos. Los primeros se trasladaron a Kami desde el campo para trabajar en la extracción de tungsteno y estaño. Los campesinos que viven en comunidades pequeñas, pobres y aisladas, extendidas por un vasto territorio, cultivan papas, cebada, avena y legumbres, con sistemas primitivos y crían ovejas y llamas. A diferencia de los mineros, que ahora han absorbido aspectos de la cultura occidental, los campesinos están más estrechamente vinculados a las tradiciones andinas y aún conservan una fuerte identidad cultural.
En esta difícil realidad, en 1977, llegó un pequeño grupo de misioneros salesianos que, junto con la población local, en el transcurso de 40 años, con la ayuda de muchos voluntarios, iniciaron y consolidaron varios proyectos. El objetivo de los proyectos no es sólo mejorar las condiciones de vida de la población local, sino sobre todo permitirles continuar su propio desarrollo de manera autónoma.
“Desde el principio nos hemos centrado en la salud y la educación - continúa el padre Serafino -, dos dimensiones fundamentales para el desarrollo y, habiendo conseguido organizar mejor la atención sanitaria con la ayuda de una ONG italiana llamada COOPI, hemos fortalecido las escuelas de la zona, de modo que el alto porcentaje de abandono escolar ha disminuido y por lo tanto la lucha contra el analfabetismo nos ha dado una población más preparada para seguir avanzando hacia un futuro algo menos oscuro. A día de hoy, el tema educativo ha dado un gran avance porque hemos preparado laboratorios y personal para la educación técnica para responder a la necesidad de preparar técnicos capaces de actuar con mayor profesionalidad”.
“Para avanzar en el tema del desarrollo sostenible desde hace casi 18 años estamos trabajando en un proyecto hidroeléctrico que con la venta de la corriente generada por las turbinas hidroeléctricas puede financiar las múltiples actividades de desarrollo de la misión. Hasta la fecha, con la ayuda de muchos voluntarios italianos, la mayoría jubilados, hemos podido poner en funcionamiento 2 megawatt y estamos trabajando en un nuevo salto hidroeléctrico, que nos llevaría a generar otros 4 megawatt que serían nuestra esperanza de autonomía y también la recuperación de la dignidad , ya que los trabajadores están orgullosos de sacar adelante estos trabajos de construcción y gestión”.
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