Santiago – “Los invito a elevar el pensamiento, el corazón y la oración por las personas que sufren los efectos del terremoto que ha asolado el centro norte de nuestra patria. Desde este lugar de oración expreso cercanía y solidaridad con las familias que han perdido a un ser querido, y con todos los que han sufrido daños en sus casas, bienes y fuentes de trabajo. Invito a estrechar filas con las iniciativas que promueva el gobierno y con los organismos de solidaridad para que el dolor de quienes han sido víctimas, se vea aliviado por el compromiso de una pronta y efectiva recuperación”. Son las palabras con las que el Card. Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago de Chile, inició su homilía ayer, 18 de septiembre, con motivo del tradicional Te Deum de acción de gracias celebrado en la Catedral, por la Fiesta nacional de la independencia, en presencia de las autoridades y de los representantes de las diversas confesiones religiosas.El fuerte terremoto que ha azotado Chile, especialmente la parte central del país, en la noche entre el 16 y 17 de septiembre, con epicentro en la región de Coquimbo, 200 kilómetros al norte de la capital, ha causado, según los últimos datos 12 muertos, 15 heridos, algunos desaparecidos, cientos de personas sin hogar, además de generar el pánico y el caos, por la evacuación en previsión de un tsunami y las numerosas réplicas de asentamiento que han continuado hasta hace unas horas.
“Vivimos un tiempo difícil” ha subrayado el Cardenal en la homilía, recibida en la Agencia Fides, citando las diferentes formas de corrupción, la falta de seguridad, el flagelo de la droga, los robos, las muchas formas de violencia y de intolerancia, la violencia familiar. El clima agresivo y violento que caracteriza nuestra sociedad “despierta temor, inseguridad, genera desconfianza y resquebraja nuestras relaciones humanas”. “Estamos viviendo una profunda crisis de esperanza y solidaridad” ha subrayado el Card. Ezzati, que ha continuado diciendo: “Gran parte de la crisis de valores y de sentido que experimentamos en nuestra patria, tiene que ver con el debilitamiento de la solidaridad y el culto a un individualismo que termina sustituyendo a Dios por el amor a sí mismo”.
El Arzobispo de Santiago ha explicado que “la esperanza no es un simple deseo o una ilusión” y que “la esperanza va de la mano de la amistad cívica, de la solidaridad, del amor”. Los desafíos más actuales que tenemos delante son tres: cuidar la creación y la vida; crecer en humanidad; recuperar la confianza.
“Tiempo es, entonces, para reconstruir la confianza fraterna, familiar, vecinal; la confianza política, religiosa, económica y social – ha dicho para terminar el Card. Ezzati -. Y en este desafío debemos enrolarnos todos y todas, especialmente, quienes creemos que la persona humana y la sociedad no pueden desarrollarse sin confianza, con las puertas del hogar y del corazón cerradas a los demás”.
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