Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “Una constante de la historia cristiana es la persecución y la cruz que en este mundo y en este tiempo de la Iglesia toca a muchos de sus hijos. Es la entrega de la propia vida en medio de la violencia y del desprecio de los valores de la dignidad de la persona humana, de los ataques a personas, a símbolos y a lugares sagrados de nuestra fe que han tenido por consecuencia no solamente el secuestro sino también el asesinato y la muerte de obispos, sacerdotes, religiosos, y religiosas”. Son las palabras del Card. Leonardo Sandri, pronunciadas durante la homilía de la Misa que ha presidido esta mañana, en ocasión de la sesión plenaria de la Comisión Pontificia para América Latina, enviadas a la Agencia Fides.
“Esta línea roja de la sangre de los mártires – ha continuado -ha sido registrada en veinte siglos de historia y las Iglesias Orientales Católicas como también las comunidades ortodoxas y otros cristianos han sido y son hoy protagonistas de esta evangélica nota de identidad del discípulo con su maestro”.
Después de recordar a los 52 mártires asesinados en la Catedral Siro-católica de Bagdad, el Card. Sandri se ha preguntado cual era el nexo que podía existir entre esa realidad y la de América Latina. “Es la sangre de Cristo, que ahora vemos derramada en la persona de nuestros hermanos, víctimas de persecución, del terrorismo en general, y del terrorismo de estado en particular, de la violencia irracional y de la del narcotráfico en particular o víctimas por ser fieles a la opción preferencial por los pobres, implícita en la fe cristológica, el nexo de nuestras dos realidades” ha afirmado.
Prescindiendo del número abultado de obispos y sacerdotes, religiosos y religiosas y hombres y mujeres que en el continente de America Latina han perdido la vida como discípulos de Cristo, el Cardenal ha citado tres Pastores en particular: el Card. Juan Jesús Posadas Ocampo, Arzobispo de Guadalajara, México, asesinado el 24 de mayo 1993; el Arzobispo Oscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador, asesinado el 24 de marzo 1980 (cuya causa de canonización ha sido introducida y esperamos pronto verlo como modelo para toda la Iglesia – ha dicho el Cardenal”); el Obispo Enrique Angelelli, Obispo de La Rioja, Argentina, muerto el 4 de agosto 1976 en un sospechoso accidente de auto.
“A la luz de la Palabra de Dios y de los numerosos testigos que nos han precedido, - ha dicho el Cardenal Sandri - podemos entretejer con el hilo rojo de la sangre de los mártires, la historia común de nuestra América con las Iglesias Orientales:Es Cristo Crucificado quien conecta, con un paralelismo sorprendente, ambas porciones del Pueblo de Dios. La del Pueblo de Dios en América Latina, que Aparecida convoca para ser discípulos y misioneros y la del Oriente cristiano, convocado, después del Sínodo especial para el Medio Oriente, a la comunión y al testimonio”. (SL) (Agencia Fides 28/2/2014)
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