Manila – “El gobierno y los funcionarios de prisiones tienen el deber de tratar a los presos con dignidad”. Es el llamamiento que hace el obispo Pablo Virgilio David de Kalookan, a través de la Agencia Fides. “No estoy recordando los derechos humanos sino invocando a la misericordia. Los detenidos no solicitan un trato especial como el reservado para los presos más ricos de la prisión de New Bilibid en Muntinlupa. Solo piden ser tratados como seres humanos”, asegura monseñor David, vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas.
El obispo señala que muchos presos han cometido delitos relativamente menores, a menudo en circunstancias de extrema pobreza y desesperación y “se marchitan en prisión por falta de educación, falta de asistencia legal y pobreza debido a un sistema judicial deficiente”. “Incluso permanecen en prisión mucho después de que se haya cumplido su condena por cosas como que se ha cambiado su expediente con el de otra persona para que se libre antes de prisión. Son los manejos corruptos de un sistema que premia la ilegalidad”. “Es urgente reformar nuestro sistema de gestión y justicia penal para garantizar que se base en la justicia restaurativa, como en la mayoría de las sociedades civiles”, indicó.
Aseguró que si los líderes políticos declaran abiertamente que “los criminales no pueden ser reinsertados” y que “los drogadictos no son humanos” o si los funcionarios del gobierno alientan abiertamente a la policía a matar, “no se puede esperar que las fuerzas del orden tengan comportamientos que respeten la dignidad humana”. “Terminarán actuando como delincuentes. Actuarán con impunidad. No tendrán escrúpulos para ejecutar de forma sumaria a los transgresores de la ley o en abusar de los detenidos”, señala Monseñor David. “Si no se aplica ningún sistema de control a las fuerzas del orden empezarán a abusar de su poder”, advierte. “También se protegerán mutuamente y los subordinados permanecerán en silencio, incluso si son plenamente conscientes de los abusos cometidos por sus superiores, esperando la oportunidad de hacer lo mismo”, continúa.
El obispo señala que es un problema para la democracia y el estado de derecho cuando “la policía abdica de su papel de proteger los derechos humanos de los ciudadanos, no respeta los derechos humanos y trata a los defensores de los derechos humanos no como aliados sino como enemigos”.
Según el informe de una Comisión gubernamental, las condiciones dentro de las cárceles están empeorando: el hacinamiento de las estructuras de la prisión ha alcanzado el 612%, con una población total de 146 000 presos cuando la capacidad es para 21 000. En los últimos años, la población carcelaria ha crecido por “la cruzada antidrogas” del presidente filipino Rodrigo Duterte.
La Comisión también señala un aumento de casos de presos que han contraído enfermedades en los últimos tres años, debido a las malas condiciones sanitarias y al hacinamiento.
Publicar un comentario