Quito – El miércoles 23 de octubre, cuatro representantes de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana fueron a la sede del gobierno. La delegación estaba compuesta por Mons. Luis Cabrera, Arzobispo de Guayaquil, Vicepresidente de la Conferencia Episcopal; Mons. Alfredo Espinosa, Arzobispo de Quito; Mons. René Coba, Ordinario Militar, Secretario de la CEE, y Mons. Danilo Echeverría, Auxiliar de Quito, representante del sector familiar de la CEE. El Presidente de la CEE se encuentra actualmente en Roma para participar en el Sínodo de los Obispos.
Aunque la reunión se llevó a cabo a puerta cerrada, se divulgó información a la prensa. El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, agradeció a los obispos "en nombre del país, el Estado y el Gobierno" por la función de los mediadores asumidos en estos momentos difíciles, resultado de malentendidos y falta de diálogo. Luego, el Presidente habló de la "arrogancia de aquellos que creen que tienen derecho a permanecer indefinidamente en el poder, o en una posición intransigente", aludiendo a lo que sucedió en el país y a su retroceso en las disposiciones del gobierno . Moreno agradeció especialmente al Frente Unico de Trabajadores por haber suspendido la marcha programada para el 30 de octubre.
Por su parte, el obispo Cabrera enfatizó la invitación del gobierno a la Conferencia Episcopal para ser un mediador para el diálogo con el movimiento indígena del país, según una nota enviada a Fides. Luego insistió en que "existe la disposición y la esperanza de llegar a acuerdos específicos, no para complacer a los grupos en diálogo, sino a todo el país". El Vicepresidente de la CEE concluyó su discurso anunciando el desafío de iniciar un proceso de reconciliación y pacificación porque "una parte del pueblo ha quedado fragmentada y herida".
El presidente Lenín Moreno, en varias sesiones, se reunió con representantes de grupos sociales y sindicatos, especialmente de transporte, para definir las modalidades y fechas de los subsidios a la gasolina, el tema que desencadenó las protestas.
Las manifestaciones terminaron el 13 de octubre, luego de la abrogación por parte del gobierno del controvertido decreto sobre subsidios, con un trágico número de 8 muertos, más de 1.300 heridos y mil arrestos, según un informe de la Defensoria del Pueblo. El final de las protestas se abrió un diálogo directo entre el gobierno y el movimiento indígena, con la mediación del Episcopado y la oficina de las Naciones Unidas en Ecuador.
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