Addis Abeba – “Un intento de provocar una crisis étnica y religiosa”. Así, el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed Ali, describió la violencia que causó la muerte de 67 personas la semana pasada en el país del Cuerno de África. La violencia estalló el 23 de octubre en Addis Abeba, la capital, y luego se extendió a la región de Oromia tras la denuncia presentada por el activista, Jawar Mohammed, quien afirma haber sido objeto de un intento de asesinato o secuestro por parte de las fuerzas de seguridad.
Los partidarios de Jawar Mohammed salieron a las calles de la capital y de otras ciudades y se produjeron enfrentamientos con las fuerzas del orden que degeneraron en enfrentamientos intercomunitarios.
Jawar Mohammed es un activista que desempeñó un papel importante en el levantamiento juvenil de Oromo que obligó al ex primer ministro Haile Mariàm Desalegn a renunciar en febrero de 2018, allanando el camino para el actual primer ministro Abiy Ahmed Ali. Este último lanzó un programa de reformas políticas y reconciliación nacional por el que este año recibió el Premio Nobel de la Paz por cómo manejó la delicada fase de transición política. Es la primera vez que accede al gobierno un Oromo, el grupo étnico mayor del país que hasta ahora había sido dejado al margen del poder, y por la paz lograda con Eritrea.
Jawar Mohammed, después de regresar de EE.UU., comenzó a criticar las reformas iniciadas por Abiy Ahmed Ali, que tienen como objetivo reducir las tensiones entre los diferentes grupos étnicos en el país.
Durante los enfrentamientos también fueron atacadas tres iglesias coptas ortodoxas y una mezquita.
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