Juba - "Llegué a Sudán del Sur, a Juba, en enero de 2015, donde tenemos la única casa de los Hermanos Menores del país. Al principio éramos 5 frailes, dos de Italia, uno de Eslovaquia, otro de Australia y otro de Estados Unidos. Juntos dirigimos una parroquia bastante grande que incluye pueblos de hasta 75 km de la capital". Así comenzó la historia del Padre Federico Gandolfi, misionero de los Frailes Menores de Juba.
En su relato a Fides, Abuna Federico, hablando de la precariedad del país, explica que "aquí falta casi todo, las necesidades son muchas, en todas partes hay cosas que hacer y gente a la que servir. Millones de personas están estancadas en los campos de refugiados debido a la guerra civil que ha dividido el país desde 2013. Uno de estos campamentos, con capacidad para más de 20 000 personas, se encuentra en el territorio de nuestra parroquia. Los frailes vamos cada semana a apoyar tanto como nuestras pequeñas fuerzas nos permiten. Aquí las condiciones de vida son todavía peores, pero encontramos personas capaces de una resiliencia increíble a pesar de que los efectos de su grave trauma psicológico son muy evidentes".
En el campo de refugiados a menudo se nos pide que unjamos a los enfermos. Recuerdo bien una niña de unos 9 años. Estaba tumbada sobre una manta desgastada y sucia, se le veían todos los huesos y la cabeza, el pelo muy escaso, parecía enorme, demasiado grande para ser levantada. Tenía como dos ojos de cervatillo que me miraban mientras rezaba sobre ella con los catequistas y la familia. En ese momento esperaba que el Señor la llamara lo antes posible. A la semana siguiente, cuando fui a ver a la familia, la niña estaba de pie y corriendo... Si fue un milagro no lo sé, pero la fe de esta gente es ciertamente capaz de mover el cielo".
"Entre nuestras actividades nos comprometemos a ofrecer un espacio abierto, de tranquilidad y no violencia, donde los que vienen a nosotros tienen la oportunidad de encontrar un rincón de paz dentro de una vida tan difícil. El mayor drama de estas personas es la falta de futuro. Desgraciadamente, no hay muchas esperanzas y esta situación está acabando con el futuro de una nueva generación de jóvenes que darían cualquier cosa por poder salir del país, pero que son demasiado pobres para convertirse en refugiados e inmigrantes. Alguien también me preguntó: ‘Padre, ¿qué le hice a Dios para hacerme nacer en Sudán del Sur?’ Pregunta para la que no hay respuesta".
En la misión los frailes también ofrecen un servicio de primeros auxilios a los más pequeños. "Los niños corren todo el día y se lastiman fácilmente. Desafortunadamente, la falta de higiene convierte las pequeñas heridas en casos graves. Una vez a la semana también ayudo a los niños de la calle a tratar sus heridas, a veces muy grandes, que requieren intervenciones médicas y hospitalarias, servicios que no siempre están disponibles", concluye el misionero.
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