En los últimos meses, Myanmar se encuentra bajo la mirada atenta del mundo entero por dos razones: primero, por el anuncio de la visita del Papa Francisco ; segundo por la crisis de los Rohingya en el estado de Rakhine.
Myanmar domina el Golfo de Bengala y el Mar de Andamán y limita desde el oeste al este con Bangladesh, India, China, Laos y Tailandia. La población y la historia de este país cuenta con una gloriosa mezcla de colonos e invasores provenientes de India, Tailandia y China en particular. Entre 1824 y 1886, Gran Bretaña conquistó Birmania y la incorporó al imperio colonial británico. El país logró la independencia en 1948. Desde entonces, el estado ha permanecido bajo un régimen militar opresivo desde 1962 hasta 2011. Ese mismo año, los militares reconocieron un gobierno con mayoría civil.
En 2015, la “National League for Democracy”, dirigida por Aung San Suu Kyi, obtuvo la mayoría de los escaños en el Parlamento, formando un gobierno en marzo de 2016.
El camino hacia la democracia no ha estado exento de obstáculos y dificultades, pero aún así siempre ha sido una esperanza y una aspiración para los casi 52 millones de habitantes.
El Cardenal Charles Maung Bo, quien dirige la comunidad de Yangon, ha expresado su deseo: “Dejemos que el pueblo de Myanmar construya su futuro, hecho de progreso sostenible, paz y prosperidad con un espíritu democrático. El gobierno, los grupos de la sociedad civil y las iglesias deben creer y colaborar por el desarrollo de Myanmar”
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