Tegucigalpa – “La Conferencia Episcopal, representando al pueblo católico peregrino en Honduras, se une a todos los que luchan por un país mejor y proclama que no puede haber paz sin justicia social, fraternidad sin reconciliación, solidaridad sin compasión por los más pobres, armonía social sin eliminar de forma permanente la impunidad, ni progreso sin expulsar la corrupción que causa tanto daño a todos”: es lo que se afirma en el documento de los Obispos publicado el 2 de julio . Poco después ha salido a la luz un escándalo de corrupción enorme.
Ayer, 5 de julio, las agencias más importantes informaban que el vicepresidente del Congreso, Lena Gutiérrez, está bajo arresto domiciliario junto con su padre y dos hermanos, por cargos de corrupción y fraude contra el Estado. Según la acusación, Gutiérrez, propietaria de una empresa farmacéutica, ha vendido medicamentos a precios más altos al ministerio de salud y también medicamentos caducados y adulterados.
La población ha salido a las calles en Tegucigalpa para exigir la dimisión del gobierno y del presidente Juan Orlando Hernández. La oposición pide una investigación independiente sobre el escándalo de corrupción que ha visto involucrados a funcionarios del Instituto para la Seguridad Social, pero el presidente ha negado estar involucrado personalmente en el asunto.
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