Ciudad del Vaticano - “Las dificultades y las conquistas interiores de los católicos en Afganistán reflejan las experimentadas por las comunidades en nuestro mundo occidental. Obligados a recuperar lo esencial de la vida cristiana, inmersos en una población con una gran mayoría de otras religiones o no creyentes, viven en un clima de testimonio sin ostentación, de diálogo con la vida, más allá de las guerras y los atentados, encontrando la propia identidad en una fe auténtica”: asó los declara a la Agencia Fides el Barnabita p. Giovanni Rizzi, profesor de teología en la Pontificia Universidad Urbaniana y autor de los libros “80 años en Afganistán” y “Los párrocos de Kabul: del rey a los talibanes”, dedicados a informar de los 80 años pasados por sus hermanos de comunidad barnabitas en Afganistán.
El p. Giovanni explica: “Corría el año 1921 cuando el rey Amanullah quiso contentar a los diplomáticos occidentales, que pedían asistencia religiosa católica. Italia fue involucrada de inmediato, siendo uno de los primeros países occidentales en reconocer políticamente la independencia de Afganistán de Inglaterra. Fue precisamente Pio XI quién decidió dirigirse los Barnabitas”.
Entre el gobierno afgano, el italiano y la Santa Sede se firmó un acuerdo, que nunca ha sido revocado con el paso de los años, que preveía una única condición real: evitar cualquier forma de proselitismo entre la población local, la cual era casi por completo musulmana. En 2002, lo que inicialmente era una simple asistencia espiritual dentro de una embajada, fue elevada a Missio sui iuris por Juan Pablo II.
En una conversación con la Agencia Fides, el p. Rizzi subraya que “para comprender bien el sentido de la presencia de los barnabitas en Afganistán, es útil observar la imagen bíblica de San Pablo en Malta, relatada en los Hechos de los Apóstoles : esa tierra no formaba parte de los planes pastorales del apóstol, que llegó allí después de un naufragio. Y, de hecho, no hubo una evangelización explícita de los nativos del lugar por parte de Pablo. Eran paganos, profundamente vinculados a sus concepciones religiosas, incompatibles con la fe cristiana”. Sin embargo, explica el padre Giovanni, la generosidad de ese pueblos hacia los náufragos fue ejemplar y, por su parte, Pablo les dio todo lo que pudo: sanó a los enfermos. “El episodio es profético. Hasta entonces, - continúa -, cualquier relación entre el anuncio misionero cristiana y las diversas formas de religiosidad pagana había resultado un fracaso. Sin embargo, en Malta, se abre de repente otro camino: el diálogo de la vida, donde todos dan lo que tienen y reciben lo que el otro puede dar. Se trata de una nueva frontera de la misión”. En esa misma perspectiva, observa el p. Rizzi, hay que entender la presencia de los Barnabitas en Kabul: “Mis hermanos están viviendo la misma experiencia que Pablo en Malta: quizás nunca hubieran elegido la misión en Afganistán, donde no se puede evangelizar. Sin embargo, siempre ha sido posible para ellos tejer un diálogo de vida, en una dinámica en la que han recibido y dado tanto. He aprendido esto sobre todo, recogiendo sus testimonios”.
En Afghanistán, un país al 99% musulmán, hasta la fecha, hay una sola parroquia, con sede en la Embajada de Italia en Kabul, a la que asisten un centenar de personas, casi exclusivamente miembros de la comunidad diplomática internacional. Además, también trabajan la organización inter-congregacional de las religiosas “Bambini pro-Kabul” y las Hermanas de la Madre Teresa de Calcuta. Hasta el 2016, las Hermanitas de Charles De Foucauld vivían en la capital afgana. El servicio del Jesuit Refugees Service y otras organizaciones de inspiración cristiana también participan en proyectos sociales y educativos en el país.
La Constitución de 2004 define Afganistán como una “República Islámica”, mientras que el Artículo 2 de la Carta garantiza a los no musulmanes el derecho a ejercer libremente su religión dentro de los límites de las leyes vigentes. El artículo 3 subordina la “conformidad de todas las leyes” a los principios y reglas de la religión islámica, convirtiendo la Sharia, aunque sin nombrarla, en la fuente principal de la ley.
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