Managua - "Las lágrimas de nuestro pueblo son las lágrimas de Dios. Él camina con nosotros en medio del dolor y comparte nuestro sufrimiento", esta es la certeza expresada por la Conferencia Episcopal de Nicaragua en su mensaje de Adviento. "En la muerte, desaparición de cualquier ser humano, detenciones, encarcelamientos injustos, exilio forzado de familias, manipulación de la conciencia, -especialmente a través de algunos medios de comunicación y redes sociales que a menudo promueven noticias falsas-, y en la división del pueblo, Dios mismo es negado", escriben los obispos. En este panorama, sin embargo, la Iglesia sigue confiando en el Señor, porque "Dios tiene la última palabra sobre la vida y la historia de los pueblos y también sobre nuestro país".
Los obispos subrayan tres consideraciones: los gestos de solidaridad, de amor y de perdón son la clave para hacer frente a una violencia que sólo genera circuitos de muerte. La situación actual ha puesto al descubierto la realidad de la nación: "el diálogo, como salida pacífica, sigue siendo necesario".
Todos los nicaragüenses se han visto afectados por la crisis social y "esta triste realidad nos permite romper el velo de la indiferencia para asumir la responsabilidad que nos corresponde como hijos de esta nación. Nadie debe permanecer de brazos cruzados ante el dolor de los que, a pesar de ser adversarios, nunca dejan de ser hermanos". En medio de la injusticia, -continúan-, nuestros ojos deben permanecer fijos en Jesucristo. "La búsqueda de soluciones pacíficas a la situación nicaragüense debe pasar por una auténtica conversión a Él. Es una hora decisiva para los que profesan la fe cristiana, estamos llamados a romper con el egoísmo personal para vivir como el Maestro".
El texto continúa recordando que, según las enseñanzas de la Iglesia, "la paz es un don de Dios que debemos pedir con insistencia", pero también es un compromiso que hay que asumir con valentía. Los nicaragüenses ya sufren en carne propia los sufrimientos de la lucha fratricida, que ha abierto heridas que no han sido curadas y que producen odio y violencia. Por eso, los obispos exhortan "a no dejarse seducir por soluciones inmediatas", porque la nueva Nicaragua necesita "líderes no violentos que alcancen, con la ayuda de Dios, metas de libertad y justicia".
Puesto que el objetivo fundamental de la Iglesia es la gloria de Dios a través de la salvación integral del ser humano, los obispos consideran que es su deber proponer, a la luz de la doctrina social, ciertas orientaciones en la búsqueda de caminos alternativos. En primer lugar, "hoy más que nunca debemos volver a nuestras raíces nicaragüenses y sobre todo a nuestras raíces cristianas... Ante las campañas de descrédito y deshonor de los exponentes de la Iglesia, debemos responder con mayor oración, penitencia y testimonio de vida". Asimismo, recuerdan que los nicaragüenses son conocidos por su espíritu de solidaridad y hospitalidad, y en estos momentos es necesario ejercer las obras de misericordia.
La Nicaragua mejor que todos anhelamos debe buscar el bien común, la justicia y la paz, y no los intereses económicos o políticos de unos pocos. Esto le daría una sacudirá la situación y permitiría unir las fuerzas de todos los hijos de Nicaragua, sin excepción. La situación actual tiene profundas raíces en el pecado estructural o social. Por esto, los obispos llaman a "todos a la conversión". El mundo de hoy necesita el testimonio de profetas desarmados. En esta perspectiva subrayaron que "el diálogo debe orientarse a abrir nuevas perspectivas, y esto requiere valentía, audacia, respeto al otro y, sobre todo, un gran amor a la patria. Por lo tanto, un buen político es aquel que, teniendo en cuenta los intereses de todos, busca la oportunidad de un diálogo abierto. Un buen político siempre elige nerar procesos en lugar de ocupar espacio".
Finalmente, los obispos reconocen que en diálogo con el Estado y la sociedad, "la Iglesia no tiene soluciones para todas las situaciones particulares. Sin embargo, nosotros, los obispos, junto con las diversas fuerzas sociales, estamos dispuestos a acompañar las propuestas que mejor respondan a la dignidad de la persona humana y al bien común. Con el diálogo hay un futuro, sin diálogo todo esfuerzo está condenado al fracaso. Afirmamos nuestra convicción de que el diálogo es la salida pacífica de esta crisis sociopolítica".
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