Bagdad - La desastrosa situación a la que se enfrenta Irak hace urgente la formación de un “gobierno fuerte de coalición”, antes de que sea demasiado tarde. Y los futuros gobernantes tendrán que actuar rápidamente de cara a la posibilidad de que grupos armados organizados de base sectaria étnico-religiosa puedan reorganizarse. Son grupos que todavía dictan la ley en grandes áreas del país, por lo que es necesario delimitar el uso de armas “al ejército nacional y a la policía federal”, fortaleciendo “el papel de las instituciones militares” y garantizando su autonomía absoluta con respecto a las fuerzas políticas y los grupos sectarios.
Estos son algunos de los puntos clave de la carta que el patriarca caldeo Louis Raphael Sako dirigió a todos los políticos iraquíes, cuestionando su responsabilidad frente a la parálisis político- institucional en la que se encuentra el país tras las elecciones del 12 de mayo. El descontento crece entre la población agobiada por la crisis económica y el racionamiento de agua y electricidad en un verano especialmente cálido. Se multiplican las protestas en las calles y los asaltos a las sedes del partido en el poder . La carta del Patriarca, articulada en 10 puntos y también enviada a las representaciones diplomáticas presentes en Irak, parte del hecho de que las promesas de quienes en Occidente justificaron la intervención militar de los Estados Unidos contra el régimen de Saddam Hussein básicamente fracasaron en su intento de “exportar la democracia” a Irak.
Desde el año 2003, recuerda el Patriarca Sako, -creado cardenal por Francisco en el consistorio del 28 de junio pasado -, los gobiernos que se han sucedido “no han podido llevar adelante adecuadamente la reconstrucción del país” ni desarrollar un plan integral para poner fin a la secuencia ininterrumpida de crisis que lo han llevado al colapso. El escenario descrito por el Patriarca Sako no se refiere solo a los conflictos, la violencia y el terrorismo, sino también a “la falta de servicios, el desempleo, el flagelo de la corrupción o las dificultades económicas”. Entre los diez puntos expresados a las fuerzas políticas iraquíes, el primado de la Iglesia caldea también sugiere la reforma de la Constitución y las leyes, sobre todo en lo referido al “principio de ciudadanía”, que haga prevalecer la lealtad a las instituciones estatales por encima de cualquier tipo de afiliación religiosa o sectaria. El Patriarca Sako también sugiere reducir el número de miembros del Parlamento obligándolos a seguir los programas de formación adecuados.
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