Abiyán - Durante casi una década Costa de Marfil ha atravesado una profunda crisis sociopolítica que afecta al país en sus raíces más profundas. Uno de los signos más tangibles de esta crisis sigue siendo el aumento del fenómeno de los “microbes”.
“Se trata en su mayoría de niños menores de 18 años, agrupados en pandillas que, armados con machetes y cuchillos asaltan, saquean y matan. Son una auténtica amenaza para la tranquilidad de la población de Costa de Marfil”. El padre Donald Zagore, sacerdote marfileño de la Sociedad Africana Missini, habla así de este fenómeno a la Agencia Fides.
“Es la expresión de una Costa de Marfil en plena decadencia moral y social. Un país donde los valores morales de trabajo, disciplina, respeto y unidad en realidad no tienen ningún impacto en sus hijas y en sus hijos y, sobre todo, en sus generaciones más jóvenes. Es el resultado de todas las opciones políticas egoístas basadas en la violencia, que sacrificaron largo de la historia el interés de la gente de Costa de Marfil, y en especial de la juventud de Costa de Marfil, en el altar de las excesivas ambiciones personales”, asegura el padre Zagore.
“El gobierno de Costa de Marfil parece ser incapaz de luchar contra este flagelo. Incluso se sospecha que estos jóvenes delincuentes cuentan con el respaldo del gobierno que quiere así mantener a la población sometida. Es importante hacerse esta pregunta: ¿qué futuro se espera a una Costa de Marfil donde el niño, que en su propia naturaleza representa el futuro, está ya quemado? Por desgracia, a las generaciones más jóvenes se les ha enseñado que la ley del más fuerte es siempre la mejor y que el éxito solo puede lograrse a través de la violencia, especialmente con el uso de las armas. El fenómeno de los “microbes” es el símbolo de una sociedad marfileña en agonía, es la imagen del fracaso, tanto político como religioso. Todos nosotros, de una forma u otra, hemos contribuido al surgimiento de la cultura de la violencia en nuestro país”, enfatiza el sacerdote.
"Para salir de esto necesitamos una conciencia nacional que rechace firmemente la violencia como medio de expresión y la idea de que el éxito solo puede lograrse con armas”, explica el sacerdote marfileño. “Es necesaria una reforma radical de nuestro sistema educativo. Es hora de que nuestras escuelas y universidades se conviertan en lugares de conocimiento, promotores de un futuro mejor para nuestras jóvenes generaciones. Es a través de la formación de las conciencias y de las inteligencias como podremos formar una civilización que satisfaga las aspiraciones y necesidades de nuestra sociedad marfileña. También es necesario renovar nuestras instituciones colocando al frente de ellas a líderes ejemplares que inspiren valores universales de justicia, democracia, tolerancia, derechos y sobre todo verdad, sin olvidar la formación de las familias para ser cada vez más responsables y activos en la educación de sus hijos”.
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