Pathumthani (Agencia Fides) - “Después de 26 años de residencia en la casa del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME) en Nonthaburi donde el Señor me ha llevado a los barrios más pobres, para empezar las casas-familia para los niños abandonados, y a ayudar al Instituto Misionero Tailandés a dar los primeros pasos, desde el pasado 5 de mayo he sido llamado a ser el párroco de una pequeña comunidad cristiana en Pathumthani, región central de Tailandia, en la iglesia dedicada a San Marcos”, dice a la Agencia Fides el P. Adriano Pelosin, misionero del PIME, que trabaja desde hace 35 años en el país asiático. “Aquí en Pathumthani - continua el padre Adriano - Somos unos 200 católicos, con una población de 300 mil habitantes, la mayoría son budistas, con pocos musulmanes. Junto con mi asistente, el padre Rachata, y algunos fieles hemos visitado una gran cantidad de familias católicas, orando juntos y les he instado a ser un buen ejemplo para sus vecinos budistas. Junto con algunos católicos hemos comenzado a visitar la comunidad Wat Sake, a unos 10 kilómetros de nuestra iglesia, donde hemos encontramos realidades de todo tipo. Las primeras personas que nos han salido al encuentro han sido los niños, y entre ellos destacaban una niña muy delgada, sin dientes, con voz chillona, sonriente y vivaz”, dice el misionero. “Todos esos niños provienen de situaciones familiares desastrosas. Sus padres están en prisión por tráfico de drogas, asesinato, robo, violación de menores, o salieron de casa para no regresar nunca. Estos niños viven con las abuelas que, para ganar algo de dinero y poder alimentarlos, recogen los residuos para su reciclaje. También conocimos a muchas personas mayores que viven solas, abandonadas por sus hijos, algunos enfermos de los que nadie se preocupa. Con ellos, que nos esperan todos los días, pasamos mucho tiempo. Durante el día, a medida que avanzamos de una casa a otra, no vemos ningún joven, nos dicen que están en la cárcel o están durmiendo, porque trabajan de noche, en el tráfico de drogas”. “Un hombre joven lleno de tatuajes y cicatrices, que acaba de salir de prisión por asesinato, medio borracho, me invitó a beber con él y sus amigos y hablando me dijo: 'te conozco, padre, se que te gustaría hacernos ser buenos, pero yo tengo mi manera, quién me contradice le disparo' lo abracé con compasión y me abrazó él también mientras le caían las lágrimas”, cuenta el padre Adrian. .Del 15 al 18 de octubre de este año, organizamos un corto campamento de estudio. El abad del templo budista permitió amablemente que utilizásemos un gran cobertizo con mesas y sillas. Nosotros pusimos todo lo demás: los maestros, los libros, cuadernos, bolígrafos, juguetes, almuerzo al mediodía y merienda a las cuatro. El arzobispo de Bangkok ha aprobado la compra de una casa en los terrenos del templo para hacer actividades para los niños y los ancianos. Rezad por nosotros”, dice el misionero. (AP) (14/12/2013 Agencia Fides)
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