Quito (Agencia Fides) - “Adopta una obra” es una forma sencilla y concreta de ayudar a realidades, nacidas en situaciones difíciles. El proyecto permite la supervivencia y el crecimiento de centros sin ánimo de lucro, creados por los proyectos de AVSI durante muchos años de trabajo en los países más pobres del mundo. Los niños y las familias beneficiarias en Ecuador viven en la zona Roldós-Pisullì, barrios que se caracterizan por altos niveles de pobreza, falta de servicios básicos, falta de seguridad y baja calidad de vida. En las familias, normalmente las madres se dedican a las tareas domésticas y el cuidado de los niños y los padres trabajan principalmente como obreros en la industria de la construcción. Muchos de los niños beneficiarios son hijos de madres solteras, por lo general todavía adolescentes y abandonadas al inicio del embarazo. Las casas son por lo general de unos pocos metros cuadrados. El nivel de educación es muy bajo, solo terminan la escuela primaria y secundaria el 40% con éxito. Las actuales instalaciones educativas son inadecuadas e insuficientes en relación a la demanda. Muchos de los estudiantes (incluyendo niños de 5-6 años de edad) se ven obligados a horas y horas de viaje para llegar a las escuelas públicas que están dispuestas a aceptarlos. Además, en general, los niños tienen una dieta muy pobre con falta de proteínas y verduras, lo que impide un desarrollo físico y emocional adecuado. En 2004, AVSI en colaboración con la parroquia local y la Fundación Sembrar, una organización no lucrativa local, abrió en Quito, en particular en Pisulli, un barrio pobre a las afueras del noroeste de la capital, un Centro de Apoyo Educativo e inició el programa PelCa, que prevé que el profesor vaya de casa en casa, a las familias, una vez cada dos semanas, distribuyendo materiales, siguiendo el desarrollo de los niños y discutiendo temas educativos con sus madres. Hay alrededor de 1 guardería comunitaria y 4 guarderías familiares bien equipadas, que trabajan de lunes a viernes. En la guardería Comunitaria “Ojos de Cielo” los niños se organizan en grupos de 15 dirigidos por dos “madres educadoras”. Dentro de las aulas hay rincones de aprendizaje, un área cuadrada en la que los niños realizan la acogida, la oración de la mañana, la estimulación visual, escuchar canciones y cuentos, así como mesas y sillas donde los niños hacen diversos tipos de actividades educativas. Las guarderías familiares son pequeñas, en las casas de algunas madres de la zona que acogen a sus hijos y a los hijos de sus vecinos (un máximo de 6 niños por jardín de infantes). Aquí se llevan a cabo talleres semanales para el “descubrimiento de las frutas y verduras”, con actividades de manipulación y actividades educativas y con atención de una manera especial a la higiene y la salud de los niños. La primera a través de la atención de todos los momentos de higiene personal (lavarse las manos, los dientes, ir al baño, el aseo al despertar) y la segunda a través de los controles trimestrales de los niños en los centros de salud de la zona. La atención a la nutrición de los niños se repercute también en la de sus madres que asisten a las reuniones de formación casa dos semanas sobre la nutrición, la higiene y la educación infantil. En Quito los educadores son, en la mayoría de los casos, habitantes de estos mismos barrios. En total los beneficiarios directos son 325 niños en edad preescolar (60 de los cuales asisten a la guardería Comunitaria, los otros asisten a las 4 guarderías familiares), 200 niños en edad escolar y 250 padres. (AP) (12/12/2013 Agencia Fides)
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