ASIA/COREA DEL SUR - Más allá de las periferias, en busca de los “adolescentes perdidos”

Agenzia Fides Suwon – “Hoy está nuevamente de moda la expresión 'periferias'. Para nosotros, de la Casa de Anna - un centro para personas sin hogar que ofrece 550 comidas al día, además de servicios de higiene y médicos, consultas, educación, trabajo - es el momento de ir más allá, más allá de las periferias, en esa 'tierra de nadie', donde ir a buscar a los llamados ‘run-away teenagers’, adolescentes abandonados por sus familias y por el Estado, que huyen de todo y de todos. Para estos jóvenes hemos creado una red de solidaridad que les acoge, les apoya y les introduce de nuevo en el contexto de la familia y de la sociedad. Pero no es suficiente. Hoy queremos ir nosotros a buscarles”. Este es el testimonio que ha narrado a la Agencia Fides el padre Vincenzo Bordo, OMI, que hace 23 años en la ciudad de Suwon fundó la “Casa Anna”, un centro de acogida que ayuda a las personas mayores que viven solas, a los niños abandonados, a los vagabundos, a los desempleados.
El misionero informa de que “según las estadísticas oficiales, en Suwon, cada año hay unos 2.000 niños que abandonan la escuela y la familia. Sólo algunos de ellos encuentran los centros de acogida. Otros corren el peligro de destruir radicalmente sus jóvenes vidas con el alcohol, la prostitución, el robo, la violencia, la cárcel, el abuso de poder”.
“Al descubrir esta realidad dramática - continúa el p. Bordo - decidimos ir a encontrarlos: así nació el Movimiento Agit. Con una furgoneta colorida, una tienda de campaña, 2 mesas y 4 sillas, por la noche desde las 19 a las dos de la mañana se va por las calles en busca de estos adolescentes. No somos muchos, pero todos nutrimos una gran pasión y amor por estos jóvenes. Tal vez somos un poco locos pero es por amor de estos chicos”.
Cuando un adolescente acepta el seguir a los voluntarios, se le lleva a la 'Casa Roja', el primer centro para los chicos que vienen de la calle. Con personal especializado, los chicos tienen conversaciones, reuniones, terapias, asesoramiento.
“El objetivo es reintegrarles de nuevo en su familia. Cuando esto no es posible - dice el misionero - porque la situación familiar se ha deteriorado más allá de cualquier posible reconciliación y diálogo, los adolescentes son recibidos en la 'Casa Amarilla', mientras que los más pequeños son tutelados hasta la finalización de la escolarización y el diploma. Por último los otros, que no pueden regresar con sus padres, ni deseen entrar en el circuito escolar, son introducidos en el mundo laboral. Cada año en nuestro programa de recuperación, pasan unos 200 niños”.
El padre Bordo concluye diciendo: “En esta tierra de nadie, triste y brutal, donde parece que no hay espacio ni siquiera para Dios, porque está circundada de peleas violentas, explotación sexual de niños, embriaguez, abusos, me he encontrado con un nuevo rostro de Dios. un Dios que me dice: 'Quítate los zapatos, porque este es un lugar sagrado'. Este es un lugar sagrado porque los jóvenes, hijos de Dios, están aquí y Él está aquí con ellos. Él nunca los deja. Así que he decidido dejar las periferias para ir más allá y estar al lado de estos chicos”.
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