Damasco (Agencia Fides) - Una nueva Cuaresma vivida bajo la guerra “significará violencia y dolor”, pero “en las profundidades del sufrimiento” se vislumbran también “signos milagros de la luz y esperanza”. Los describe el arzobispo maronita de Damasco, Samir Nassar, en una carta enviada a la Agencia Fides. “Las nuevas corrientes de refugiados” refiere Mons. Nassar “vienen a nuestras parroquias y las peticiones de ayuda superan nuestra disponibilidad. Toda nuestra actividad pastoral y social se concentra en el socorro a las familias afectadas”. El número de refugiados y personas desplazadas - recuerda el arzobispo maronita - ha llegado a la escalofriante cifra de 12 millones de personas, de los cuales 3 millones de expatriados en los países vecinos (Líbano, Jordania, Iraq, Turquía). Millones de estudiantes han interrumpido todas las actividades escolares. Mientras que el embargo afecta a todos, pero especialmente los niños, los pobres, los hospitales y el sector de atención médica”. Los obispos y sacerdotes – explica Mons. Nassar - a veces no saben cómo consolar a los cristianos que “comparten el mismo sufrimiento de sus conciudadanos” y ahora representan “un pequeño rebaño tomado por el miedo”. Sin embargo, en esta situación humanamente insostenible - reconoce el arzobispo maronita - hay signos de fe y esperanza, luminosos: “la ayuda mutua y la solidaridad se manifiestan de forma espontánea entre las familias pobres que abren sus puertas a los refugiados; hay nuevas iniciativas para el diálogo y la reconciliación entre los enemigos; hay un renacimiento de la fe que fortalece nuestras comunidades. El Evangelio es nuestro punto de referencia y nuestra inspiración. Los fieles vienen a misa, incluso bajo la amenaza de las bombas, y pasan mucho tiempo en oración y adoración de la Eucaristía”. Todos - concluye Mons. Nassar - reciben consuelo “de la mirada de María, Nuestra Señora de la Paz”. (GV) (Agencia Fides 14/3/2104).
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