Roma – “Dirijo mis cordiales saludos y expreso el deseo de que en el nuevo año todos puedan disfrutar de paz, salud y una vida pacífica y segura. ¡Qué bonito es cuando las familias encuentran ocasiones para reunirse y vivir momentos de amor y alegría!” Los saludos del Papa Francisco tras el Ángelus del domingo 30 de enero han generado una inmensa alegría en el mundo chino, y no sólo entre los católicos. Además, su sensibilidad hacia los que sufren la pandemia, que tanto ha mostrado en estos dos años de crisis sanitaria mundial, ha calentado el corazón de todos de manera especial y ha reavivado la esperanza. “Muchas familias, por desgracia, no podrán reunirse este año a causa de la pandemia – ha continuado el Papa -. Espero que pronto podamos superar la prueba. Por último, espero que, gracias a la buena voluntad de los individuos y a la solidaridad de los pueblos, toda la familia humana pueda alcanzar con renovado dinamismo metas de prosperidad material y espiritual”.
Un mensaje de vídeo en italiano, con traducción al chino de Monseñor Nazzareno Marconi, obispo de la diócesis de Macerata, cuna del gran misionero jesuita en China, el P. Matteo Ricci, junto con el mensaje del Papa, han hecho llegar a los católicos chinos el calor de la fraternidad universal, especialmente en este enésimo Año Nuevo con las restricciones vinculadas a la pandemia. El saludo en la inminencia del inicio de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno en Pekín, ha mostrado una vez más lo vivo que está el gran testimonio del P. Matteo Ricci y los vínculos entre el pueblo chino y la Iglesia universal que él estableció.
Mientras tanto, la comunidad católica china continúa con fe sus habituales actividades pastorales y caritativas de Año Nuevo, visitando a los ancianos y a las personas solas, a los enfermos y a las familias con dificultades económicas. Se presta especial atención a las vocaciones, centrándose en los padres de sacerdotes y religiosas, así como en los seminaristas. Como un ejemplo entre muchos otros, los fieles de la diócesis de Zhouzhi, provincia de Shaanxi, encabezados por el obispo diocesano Joseph Wu qinjing, han visitado a más de 40 familias, es decir, a todas las familias de los sacerdotes diocesanos, expresando su gratitud por su generosidad y apoyo al sacerdocio.
Además de la ayuda material, la Iglesia se preocupa especialmente por la vida espiritual de los fieles con motivo del Año Nuevo. En la comunidad de Mongolia Interior, los sacerdotes han llevado los sacramentos de la confesión, la comunión y la unción de los enfermos a los necesitados; los sacerdotes de Jiangxi han visitado las comunidades montañosas más remotas... Así, un anciano postrado en la cama, que no había podido ver a un sacerdote durante un año, ha podido vivir la gran alegría de recibir los sacramentos, con las manos temblorosas y los ojos llenos de lágrimas por la emoción.
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