Ciudad de México – “En los últimos tiempos hemos vivido situaciones de gran violencia que han sido una verdadera prueba para los ciudadanos y para muchas familias en diferentes partes del país. Una situación de la que no vemos el final”. Es lo que escribe la Conferencia Episcopal de México en un comunicado enviado a la Agencia Fides en el que “con dolor y tristeza, lamenta el asesinato del estudiante de la Universidad Intercontinental, Hugo Leonardo Avendaño Chávez”. En el texto, firmado por el secretario general de la CEM, el obispo auxiliar de Monterrey, monseñor Alfonso Miranda Guardiola, también recuerda a Norberto Ronquillo, otro joven estudiante que fue secuestrado y asesinado la semana pasada.
Según la información recopilada por la Agencia Fides, Hugo Leonardo Avendaño Chávez, de 29 años, asistía a cursos de posgrado en la Universidad Intercontinental. Fue secuestrado alrededor de las 11.00 horas del 11 de junio mientras iba a la parroquia. Su cuerpo fue encontrado al día siguiente envuelto en una manta en su camioneta, en el distrito de Aculco, en el municipio de Iztapalapa. Presentaba signos de tortura y murió por estrangulamiento. Los familiares lo recuerdan como un joven devoto que quería dedicar su vida a Dios, estaba feliz y lleno de vida, con un futuro brillante. Norberto Ronquillo, de 22 años, también era un joven de Meoqui, estudiante de la Universidad de Pedregal. Su cuerpo fue encontrado el 10 de junio, una semana después del ataque, después de que la familia pagara un gran rescate. Él también fue torturado y estrangulado.
“Estamos viviendo en un clima de grave inseguridad y miedo, -escriben los obispos en su comunicado-, por lo que una vez más les pedimos a las autoridades competentes que lidien con esta ola de inseguridad creciente en nuestro país. Pedimos a nuestros fieles y a la sociedad que no sean indiferentes al dolor de los demás y que continúen construyendo la paz. Como Iglesia, rezamos y trabajamos incesantemente por la reconstrucción del tejido social”.
Los obispos mexicanos aseguran su “cercanía y oración a la familia de Hugo Leonardo, así como a la de Norberto Ronquillo, y a todas las familias con una persona secuestrada”, invocando a Santa María de Guadalupe para “guiar nuestros pasos en el camino de la paz y nos ayude a reconocernos como hermanos”.
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