Holot (Agencia Fides) – Sigue siendo alta la tensión en torno al centro de detención de Holot, en el desierto de Negev, donde la semana pasada el malestar de los presos dio lugar a varias iniciativas de protesta y movilización, reprimidas por las fuerzas policiales israelíes. La intolerancia de las condiciones de vida de los residentes del campamento y la incertidumbre de su destino se ha disparado de nuevo el 27 de junio cuando unos quinientos solicitantes de asilo detenidos en Holot salieron del centro dirigiéndose hacia la frontera con Egipto, con la intención de atravesarla para entrar en Egipto. Bloqueados por el ejército israelí a un kilómetro de la frontera, los presos se detuvieron en el bosque de Nizana, donde levantaron un campamento, exigiendo la intervención y rescate del Alto Comisionado para los refugiados de la ONU. En los días posteriores al campamento fue desmantelado por la fuerza, y la mayoría de los solicitantes de asilo fueron llevados de regreso al campo de detención, donde muchos de ellos han iniciado una huelga de hambre. Otros, después de haber sufrido violencia en los enfrentamientos con las fuerzas de la policía israelí, fueron detenidos y trasladados a la prisión de Saharonim. Según la información de la Agencia Fides, el sábado 5 de julio, los solicitantes de asilo han organizado una manifestación de protesta frente a la prisión.
El centro de Holot, en el desierto de Negev, es un centro de detención con más de 2.300 detenidos, la mayor parte de fe cristiana. En el centro son encerrados los eritreos y sudaneses que llegan a Israel después de huir de sus países de origen. Por lo general, los presos son contados 3 veces al día y la libertad de movimiento que se les concede durante el día es completamente teórica, ya que el centro está situado en una zona desértica, muy lejos de los centros de población, y los detenidos no pueden utilizar el transporte público para moverse. Los presos duermen en habitaciones de diez camas. La gran mayoría de ellos pertenece a la Iglesia copta ortodoxa eritrea, y entre ellos hay tres sacerdotes. El calor sofocante, los días vacíos, las carencias a nivel de alimentación y de salud confirman la impresión de estar en un campo de prisioneros. La mayoría de ellos temen ser devueltos a Eritrea o Sudán, lo que pondría en riesgo la vida de muchos. (GV) (Agencia Fides 5/7/2014).
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