ÁFRICA/MARRUECOS - La Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús: diálogo y amistad con los musulmanes de Taza

Taza - Taza es una ciudad musulmana de 150.000 habitantes donde, en la actualidad, la única comunidad católica que existe está formada por tres religiosas de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús. “No podemos hablar públicamente de la religión católica, pero después de casi 20 años viviendo aquí, somos muy conocidos en la ciudad, ellos saben quiénes somos y cómo trabajamos”, dice la hermana Ángeles Olga Castro, española, en una entrevista enviada a la Agencia Fides.
“En 1996, durante una asamblea general del Instituto - explica la misionera - hubo mucha reflexión sobre nuestra misión y sobre cómo en la Iglesia se empezaba a hablar del diálogo interreligioso como primera parte de la evangelización. Por lo tanto, planeamos trabajar en un país totalmente no cristiano en el que lograr el objetivo del diálogo interreligioso. De este modo, la congregación pidió a las hermanas que se ofrecieran como voluntarias para comenzar esta nueva misión. Tres de nosotras, incluyéndome a mí, de diferentes lugares, nos ofrecimos como voluntarias. Contactamos con el entonces arzobispo de Tánger, Mons. José Antonio Peteiro Freire, OFM, quien nos propuso un lugar donde comenzar nuestra misión. Nos mudamos a la ciudad norteña de Tetuán, donde estuvimos 3 años. Luego una parte de la comunidad se trasladó a la ciudad de Taza, en el centro-este del país: allí descubrimos cómo se vivía el diálogo interreligioso con los musulmanes”.
“Aunque estemos en un ambiente totalmente musulmán - subraya sor Olga - somos capaces de dar nuestro testimonio cristiano a partir de la amistad y la cercanía, dos valores a los que damos gran importancia y que intentamos poner en práctica. Pero nuestros hermanos y hermanas musulmanes también nos ofrecen su testimonio: los valores que viven y su forma de ponerlos en práctica en situaciones difíciles que se ven obligados a vivir. En Taza nunca hemos notado ninguna intolerancia religiosa, al contrario, solo apertura y atención. Por precaución, cuando estamos en algún lugar público o en un tren y alguien quiere tener una conversación con nosotros sobre temas religiosos, tenemos mucho cuidado con lo que decimos... y nunca ha habido problemas. Nuestra comunidad vive el diálogo interreligioso en la vida y en el trabajo con la gente”.
La misionera explica que las hermanas actualmente están involucradas en una asociación marroquí que se ocupa de niños discapacitados. “Si hay una enfermera en la comunidad, esta trabaja en el hospital estatal, donde todos son bienvenidos y tratados, incluso los más pobres, especialmente los que viven en el campo. Ayudamos a los niños pobres a completar sus estudios cuando abandonan la escuela. Y a partir de las personas que conocemos durante estos servicios, visitamos a las familias, y así conocemos sus alegrías, sus dificultades, sus necesidades, acercándonos a los ancianos, a los recién nacidos, a las madres. La mayoría de las familias de Taza proceden de pueblos de montaña. Vinieron a la ciudad para permitir que sus hijos continúen la escuela, ya que solo hay escuela primaria en los pueblos. Son personas muy sencillas, abiertas y acogedoras. Inmediatamente nos hacemos amigos de ellos, nos invitan con facilidad y sencillez a su casa, a sus celebraciones familiares y religiosas. Las personas con las que trabajamos más de cerca son muy pobres, nos ven como parte de su familia y comparten con nosotros lo que tienen. Son muy generosos y siempre tenemos una despensa llena”.
La Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús es un pequeño instituto exclusivamente misionero presente en Texas , Perú, Colombia, Haití, República Democrática del Congo, Chad, India, Camboya.



Agenzia Fides
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