San Salvador – "Querido Monseñor: Era el lunes 24 de marzo de 1980 y el reloj marcaba las 18:20. Celebra la Santa Misa con su habitual devoción y ternura, diciendo estas palabras:" Que este cuerpo inmolado y esta sangre sacrificada por los hombres también nutran nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no por él, sino para dar principios de justicia y paz a nuestro pueblo ... ", Dios en su infinito amor lo llamó al martirio y su sangre se unió, en el momento del ofertorio, con la sangre de Cristo derramada por la salvación de los hombres ".
Así comienza la carta que escribió monseñor Rafael Urrutia, párroco de la iglesia de Sant'Óscar Arnulfo Romero en San Salvador, con motivo del 41 aniversario del martirio de San Romero celebrado ayer. El motivo fue la ocasión del cambio de nombre de la Capilla del Hospital Divina Providencia, lugar donde se produjo el martirio. Mons. Rafael Urrutia es también postulador diocesano de las causas del arzobispo Romero y del padre Rutilio Grande.
En su escrito, enviado a la Agencia Fides, leemos: "No había ningún ser humano que comprendiera, en ese momento, lo que le había sucedido. Monseñor Óscar Romero, asesinado a los pies del altar, lo anunciaban las noticias. Usted era el único que sabía en su corazón lo que sucedía en su vida, sabía que Dios estaba irrumpiendo en su historia con una vocación a la que llama a muy pocos de sus hijos: el martirio ”.
Luego monseñor Rafael Urrutia agrega: "Hoy la Iglesia quiere honrar con un nuevo nombre la Capilla del Hospital, el lugar de su martirio. No se llamará Capilla del Hospital Divina Providencia, sino "Capilla Martirial San Oscar Arnulfo Romero, Obispo y Mártir", aunque se encuentra en el corazón del hospital Divina Providencia, lugar donde usted decidió para ir a vivir con los enfermos, que con sus sufrimientos corporales le hicieron presentar a Jesucristo crucificado, en quien se apoyaba con sus oraciones y sacrificios”. "Gracias, Monseñor, por ser San Oscar Arnulfo Romero, una luz que siempre hace brillar la luz de Cristo. Un abrazo" concluye su carta Monseñor Urrutia.
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