Kinshasa (Agencia Fides) - Se podría haber evitado la masacre de treinta civiles el 6 de junio en el pueblo de Mutarule, en Kivu del sur, al este de la República Democrática del Congo (véase Fides 12/06/2014), si los Cascos azules y los militares congoleños, acampados en las inmediaciones hubiesen intervenido a tiempo. Lo denuncia un informe de Human Rights Watch (HRW), enviado a la Agencia Fides por fuentes misioneras locales.
Según el informe, la masacre fue cometida por hombres en uniforme militar que hablaban kinyamulenge y kirundi, que atacaron a 200 personas reunidas en un lugar de culto pentecostal.
Los atacantes irrumpieron en lugar de culto y tirando granadas y disparando, y luego atacaron un centro de salud y algunas casas. Al menos 30 civiles murieron y varios más resultaron heridos.
Según Human Rights Watch, los habitantes de la aldea habían pedido ayuda a un destacamento del ejército congoleño que estaba a 9 kilómetros de Mutarule y también a un contingente de fuerzas de paz de la MONUSCO (Misión de la ONU en la República Democrática del Congo). “El ejército congoleño y las fuerzas de mantenimiento de paz de la ONU han dejado que los civiles de Mutarule fuesen masacrados, a pesar de que habían recibido llamadas desesperadas de ayuda al inicio del ataque”, dice el líder de la organización humanitaria. “El ejército y la MONUSCO tienen que averiguar cómo se han producido estas fallas y garantizar que estas atrocidades no se repitan”. Los pueblos autóctonos y otros originarios de Burundi y Ruanda se disputan estas tierras donde ha tenido lugar la masacre desde hace décadas. (L.M.) (Agencia Fides 7/7/2014)
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