Zamboanaga – “Hay pocas noticias y se desconocen quienes son los autores del secuestro de Rolando Del Torchio, que en la actualidad trabaja en la hostelería y que era un ex misionero del PIME . Lo más probable es que pretendan un rescate con dinero”: dice a la Agencia Fides el padre Sebastiano D'Ambra, misionero del PIME que desde hace más de treinta años vive en la ciudad de Zamboanga, la isla más meridional de Mindanao. El secuestro tuvo lugar ayer por la tarde. El hombre, de 57 años, fue tomado por unos hombres armados, en el restaurante que él dirigía en la región de Zamboanga del Norte.
“Estamos muy consternados – dice el misionero - porque el área de Dipolog, donde se ha producido el secuestro, no está infestada por grupos o bandas de delincuentes y se considera bastante segura. Pero la semana pasada se llevó a cabo otro secuestro de tres ciudadanos occidentales y de un filipino en la isla de Samal, otra área consideran protegida y segura. No sabemos quién está detrás de estos secuestros, si son grupos y bandas islamistas o si se trata de la micro-criminalidad local. El hecho es que los secuestro son un negocio rentable y se han convertido en una plaga que, a veces, se hace más extendida y próspera. Ahora, según algunos, con el acercarse de las elecciones parlamentarias en mayo de 2016, los secuestros son una manera de aumentar las tensiones políticas y sociales”.
El padre D'Ambra, que conoce directamente a Del Torchio, su ex hermano de comunidad, dice a Fides: “En la mayoría de los casos, el objetivo es pedir un rescate. Secuestrar a un blanco, a un occidental, un europeo, proporciona una mayor visibilidad en los medios de comunicación, implica a los gobiernos occidentales y por lo tanto da la oportunidad de sacar una mayor cantidad de dinero”.
En cualquier caso, comenta, “por experiencia digo que cuanto menor es la atención de los medios de comunicación, mayor será la posibilidad de traerle a casa sano y salvo”.
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