Khushpur – Con un encuentro de jóvenes y una solemne Eucaristía celebrada en el pueblo natal de Khushpur, en la provincia de Punjab, donde está enterrado Shahbaz Bhatti, la comunidad cristiana en Pakistán ha conmemorado y celebrado el décimo aniversario de la muerte del ministro católico para las minorías religiosas. El 2 de marzo de 2011, Bhatti fue asesinado en un ataque terrorista en Islamabad: hoy los cristianos en Pakistán, junto con hombres y mujeres de otras comunidades religiosas, reflexionan sobre el legado del ministro pakistaní, mientras crecen en el Comunidad católica el movimiento y la petición para que sea reconocido su martirio oficialmente.
Don Emmanuel Parvez, párroco en Faisalabad, primo y padre espiritual de Bhatti, que preside la Eucaristía en la plaza frente a la Catedral del pueblo católico de Kushpur, dice a Fides que “la figura de Bhatti es una preciosa fuente de inspiración para los jóvenes de Pakistán; su honestidad, su pasión, su fuerza moral, su fe alimentada por la caridad y la esperanza, son un patrimonio que nos toca no dispersar y hacer que fructifique en el actual entramado social, político y religioso de la nación”. Bhatti pretendía unir a los jóvenes cristianos, musulmanes y otras minorías religiosas, “desarrollando en todos la conciencia y el orgullo de ser ciudadanos de Pakistán, esperando que todos den lo mejor de sí mismos por el desarrollo y el progreso de Pakistán”, explica don Parvez. Al recordar la vida del líder católico, “gastada en la paz, el amor, la verdad, la justicia, el bien del país”, don Parvez afirma que “en Pakistán todavía necesitamos personas carismáticas como él, dispuestas a entregarse a los demás y promover la dignidad de todos los seres humanos, especialmente de los más pobres y los que sufren, sin discriminación alguna”.
Estaba comprometido en la promoción de la educación para todos, especialmente para los jóvenes discriminados y marginados, como los cristianos e hindúes: “Por eso hoy es urgente seguir trabajando en Pakistán para que se garantice el acceso a la educación, un derecho consagrado en la Constitución paquistaní. Sólo así podremos derrotar la cultura de la violencia y del fanatismo”.
Los jóvenes paquistaníes recuerdan hoy a Bhatti como un “hombre de oración y acción, manso y tenaz, un hombre lleno del Espíritu Santo, contemplativo y activo que dio su vida hasta el final, por el bien de Pakistán, siempre inspirándose en la vida de Cristo crucificado. Por eso esperamos que la Iglesia reconozca su martirio”, concluye don Parvez.
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