Yangon – “En este momento de sufrimiento y represión, dirigimos un sentido llamamiento al papa Francisco: para que la Santa Sede nos ayude y se involucre en el papel de mediación para mejorar la situación de la población en Myanmar”: asó lo dice a la Agencia Fides Joseph Kung Za Hmung, líder laico católico, editor de “Gloria News Journal”, el primer periódico web católico en Myanmar. El líder cree que este llamamiento también puede ser compartido por los líderes de comunidades católicas como los obispos, sacerdotes y religiosos que a menudo ayudan y asisten a los manifestantes. Y señala: “Todavía recordamos con alegría y emoción la visita del Papa Francisco a Myanmar en noviembre de 2017. Entonces el general Min Aung Hlaing, ahora jefe de la junta militar, lo visitó en su residencia, en el Arzobispado de Yangon. Sabemos que el Santo Padre recordó y amonestó al general a ser responsable de la paz y la democracia sostenibles en Myanmar. Hoy, cuando vemos morir a nuestros jóvenes, creemos que la acción mediadora de la Santa Sede puede ayudarnos a poner fin a la violencia y restaurar la paz y la reconciliación”.
Joseph Kung Za Hmung recuerda a la Agencia Fides que ayer en Mandalay mataron a una joven de 19 años: “Kyal Sin es nuestro ángel. Ella era una chica de 19 años de familia china de Mandalay. Fue asesinada por una bala disparada por francotiradores del ejército mientras se manifestaba pacíficamente. Ya se la considera heroína y mártir de la libertad. Creo que se convertirá en un símbolo para los muchos jóvenes que llenan las calles y continúan la protesta. Antes de morir, Kyal escribió en una carta: 'Tengo miedo, pero por nuestra libertad, lucharemos. No abandonaremos nuestra lucha'. Fue una chica valiente. En su funeral de ayer en Mandalay asistieron más de dos mil personas, en su mayoría jóvenes, de todas las religiones”. Hmung señala que “el movimiento de protesta por la desobediencia civil, a pesar de la represión del ejército, continúa por el camino de la no violencia. Los jóvenes organizan sentadas y es el ejército el que avanza para dispersarlos, por todos los medios, incluso disparando y matando. Es un movimiento que nace desde abajo y que no tiene líderes reconocidos”.
Según la información de Fides, en Mandalay las Hermanas de San José de la Aparición también salieron a las calles para ayudar a curar y asistir a los manifestantes, que a menudo son golpeados y heridos. “Nos entristece la muerte de jóvenes inocentes e indefensos. Lo que nos mueve es la compasión”, señalan las religiosas. Desde el inicio de la protesta, las hermanas decidieron visitar a los familiares de las personas asesinadas para aliviar un poco su sufrimiento y darles consuelo: “Nuestra oración es importante para ellas, aunque sean budistas. De esta manera mostramos nuestra solidaridad y fortalecemos el vínculo humano y espiritual”.
Mostrando empatía y solidaridad, las religiosas han velado y rezado después de la muerte de Ko Min Min, de 36 años, quien fue asesinado en los últimos días en Mandalay cuando la policía disparó contra la multitud para dispersar la protesta. Y luego lloraron y oraron con la familia de otra joven víctima: Wai Yan Htun, de 16 años, también asesinada por un francotirador.
Los cristianos, que representan alrededor del 6% de los 54 millones de habitantes en Myanmar, se han unido a los manifestantes desde los primeros días después del golpe del 1 de febrero, en un espíritu de no violencia y resistencia pacífica contra la injusticia.
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