ASIA/UZBEKISTÁN - El nuevo párroco de Samarcanda: “Dejar que la belleza de Dios brille a través de la alegría de la fraternidad”

Samarcanda – “Ha pasado un mes desde nuestra llegada a Samarcanda: en esta primera fase estamos intentando definir las prioridades pastorales. Por ejemplo, creemos que es necesario iniciar las obras de mantenimiento en la iglesia de San Juan Bautista: es un templo muy hermoso, construido hace 105 años en estilo gótico, visitado por muchos turistas, pero también un poco viejo y vacío. Por eso creemos que es necesario reformarlo y, al mismo tiempo, potenciar su identidad y decoro, para que todo aquel que entre se sienta acogido. Otras dos áreas de compromiso son el lanzamiento de nuevas obras de caridad y la creación del oratorio al estilo salesiano, punto central entre los carismas de nuestra Congregación. Nos gustaría montar un campo de fútbol, ​​un campo de voleibol y un espacio donde los jóvenes tengan la oportunidad de pasar el tiempo. El objetivo, como decía Don Bosco, es hacer brillar la belleza de Dios a través del juego, a través de la alegría de estar juntos, a través de la fraternidad”. Así lo explica a la Agencia fides el p. Ariel Alvarez Toncovich, sacerdote del Instituto del Verbo Encarnado, recientemente nombrado párroco en la iglesia de San Juan Bautista en Samarcanda, en Uzbekistán.
Después de pasar 8 años en una misión en Kazajstán, el p. Álvarez ha sido enviado a Samarcanda junto con su hermano de comunidad el p. Paolo Giacinti para relanzar la actividad pastoral en la parroquia local, que está sin sacerdote desde hace algún tiempo: “En esta ciudad, en los años noventa, vivía un gran número de católicos: del archivo parroquial encontramos rastros de encuentros y retiros que contaron con la participación de más de cien personas. La crisis económica de los últimos años ha llevado a muchos de ellos a regresar a sus países de origen, especialmente a Polonia, Alemania, Ucrania. A esto hay que añadir que durante unos tres años la comunidad no ha tenido párroco, sino que era asistida, en la medida de lo posible, por sacerdotes de otras ciudades que venían aquí el fin de semana. Sin un punto de referencia fijo, los fieles se han dispersado un poco. Ahora somos dos e intentaremos hacer sentir nuestra presencia. Desde el punto de vista pastoral, hay mucho por hacer”.
La comunidad de fieles de Samarcanda está formada actualmente por un pequeño grupo de entre 20 y 30 personas, que incluye unos diez niños, algunos adolescentes, sus padres y algunas mujeres mayores de ochenta años: “Estas ancianas son verdaderas heroínas de la fe, porque vivieron durante el período de la represión de la URSS, manteniendo la fe en sus corazones y transmitiéndola. Los niños proceden de familias católicas, casi todos ya han hecho su primera comunión y asisten al catecismo para prepararse para la confirmación. Nos centraremos mucho en la formación, a pesar del reducido número, para que quienes se acerquen en el futuro puedan reconocer el espíritu evangélico en los ojos de esta pequeña comunidad. Hay mucho por hacer pero soy optimista”, concluye.
Además de la de Samarcanda, en Uzbekistán hay otras cuatro parroquias y unos 3.000 bautizados: hay unos 700 fieles presentes en la capital Tashkent, además de otros presentes en Bukhara, Urgench y Fergana. En Angren, donde se planea construir una nueva iglesia, hay 25 fieles. La población uzbeka, compuesta por 30 millones de habitantes, es al 90% musulmana. Alrededor del 3,5% son de la fe cristiana ortodoxa rusa, mientras que otro 3% comprende pequeñas comunidades cristianas de otros credos, incluidos los católicos.




Agenzia Fides
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