ASIA/EMIRATOS ÁRABES UNIDOS - "Ni litigios, ni disputas". El papa señala el camino de las Bienaventuranzas a los cristianos de la península arábiga

Agenzia Fides Abu Dhabi – Que los bautizados "no se peleen ni tengan disputas, sino que se sometan a toda criatura humana por el amor Dios y se confiesan cristianos". La famosa instrucción dada por san Francisco a los frailes que iban donde los sarracenos y los no cristianos, contenida en la ‘Regla no marcada’, fue la invitación del papa Francisco a la multitud de cristianos de la península arábiga que participaron en la misa celebrada por el papa en el Zayed Sports City de Abu Dhabi, en el segundo y último día de su visita apostólica a los Emiratos Árabes Unidos. Más de 40.000 fieles llenaron el estadio, mientras que otros 90.000 escucharon al papa Francisco fuera de la estructura, en la liturgia eucarística más concurrida jamás celebrada en la península arábiga, en la que también se registró la participación respetuosa y curiosa de miles de musulmanes. "Ni peleas ni disputas. Y esto se aplica también a los sacerdotes. En aquel tiempo, mientras muchos salían vestidos con una pesada armadura -continuó el obispo de Roma, asumiendo y desarrollando la llamada a la aventura de la santidad del Pobrecillo de Asís-, San Francisco recordaba que el cristiano parte armado de su humilde fe y de su amor concreto. La mansedumbre es importante: si vivimos en el mundo a la manera de Dios nos convertiremos en canales de su presencia; de lo contrario, no daremos fruto".
La homilía del obispo de Roma, pronunciada en presencia de miles de fieles, comenzó con la palabra "bienaventurados" con la que Jesús comenzó su predicación en el Evangelio de Mateo. Una palabra que Jesús "repite hoy, casi como para fijar en nuestros corazones, ante todo, un mensaje básico: si estás con Jesús, si como los discípulos de aquel tiempo te gusta escuchar su palabra, si tratas de vivirla cada día, eres bienaventurado. No serás bendecido, estás ya bendecido: esta es la primera realidad de la vida cristiana. Esta experiencia es la fuente de una alegría que ninguna persona en el mundo y ninguna circunstancia de la vida puede quitarnos. Es una alegría que da paz incluso en el dolor, que ya ahora nos hace anticipar esa felicidad que nos espera para siempre".
En su homilía, el papa Francisco se refirió directamente a la condición y perfil único de la comunidad católica presente en los Emiratos Árabes y en toda la península arábiga, compuesta por inmigrantes de decenas de naciones diferentes, agradeciendo a los presentes "por cómo viven el Evangelio que hemos escuchado. Ustedes son un coro que incluye una variedad de naciones, idiomas y ritos, una diversidad que el Espíritu Santo ama y quiere armonizar más y más, para hacer de ella una sinfonía. Esta alegre polifonía de la fe es un testimonio que dan a todos y que construye la Iglesia. Me impresionó -dijo el papa, citando al vicario apostólico de Arabia del Sur- lo que dijo una vez el obispo Hinder, es decir, que no solo se siente como su Pastor, sino que ustedes, con su ejemplo, son a menudo pastores para él". La condición de vivir lejos de casa, compartida por la gran mayoría de los miembros de la comunidad católica de los Emiratos -reconoció el Papa-, "no es ciertamente fácil y nos hace percibir además de la falta de seres queridos, la incertidumbre del futuro. Pero el Señor es fiel y no abandona a los suyos. Él camina a nuestro lado y, si seguimos avanzando, abrirá un nuevo camino.
Porque el Señor es un especialista en hacer cosas nuevas, sabe cómo abrir caminos incluso en el desierto". El camino sugerido por Jesús, y prefigurado por él en las Bienaventuranzas del Evangelio -añadió el papa- "no requiere gestos llamativos. Miremos a Jesús: no dejó nada escrito, no construyó nada imponente. Y cuando nos decía cómo vivir no pedía levantar grandes obras ni de destacarnos con obras extraordinarias. Las Bienaventuranzas -continuó el sucesor de Pedro- son un mapa de vida: no piden acciones sobrehumanas, sino imitar a Jesús en la vida cotidiana". El papa también comparó a los cristianos de la península arábiga con la comunidad de la Iglesia de Filadelfia recordada en el Apocalipsis: "Es una Iglesia a la que el Señor, a diferencia de casi todos los demás, no reprocha nada. De hecho, ha guardado la palabra de Jesús, sin negar su nombre, y ha perseverado, es decir, ha continuado, incluso en las dificultades. Y hay un aspecto importante: el nombre Filadelfia significa amor entre los hermanos. Amor fraterno. He aquí, una Iglesia que persevera en la palabra de Jesús y en el amor fraterno es agradable al Señor y da fruto". Ya en la parte final de su homilía, el papa dijo: " Pido para ustedes la gracia de conservar la paz, la unidad, de cuidarse los unos a los otros, con esa hermosa fraternidad para la que no hay cristianos de primera y de segunda categoría". .
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