Maputo - La naturaleza y la misión pueden ser aliados. Esta es la convicción de los frailes capuchinos de Mozambique, que han puesto en marcha una granja para apoyar las actividades pastorales en Quelimane, la capital administrativa de Zambezia, en Mozambique. "Nuestras misiones tienen que hacer frente a la disminución de las donaciones y a las dificultades para encontrar los fondos necesarios para llevar a cabo las actividades pastorales y de evangelización sobre el terreno. Por eso pensamos, fieles al espíritu franciscano, recurrir a los recursos de la naturaleza para recaudar los fondos necesarios. La cría de bueyes y cabras, y la posterior venta de carne, puede ayudarnos a tener los fondos necesarios", explicó a Fides el Padre Guido Felicetti, misionero capuchino.
Hoy en África se consumen unos 24 kg de carne per cápita al año. El consumo medio de proteínas animales es inferior a la cuarta parte del de Europa y equivale al 17% del nivel recomendado de consumo de proteínas. En el continente, sin embargo, la tendencia, que va de la mano con el aumento del nivel de vida, marca un aumento del consumo de carne de vacuno y de ovino. Por esta razón, la ganadería puede convertirse en una buena fuente de ingresos económicos.
El proyecto de los frailes comenzó hace algunos años. A principios de los años 2000, un agricultor pidió ayuda a los capuchinos para instalar una granja en un campo a unos sesenta kilómetros de Quelimane. "La fraternidad local de los capuchinos - recuerda el padre Guido - aceptó ayudar a esa familia y, en colaboración con ella, tomó una concesión de tierras estatales".
Cuando el agricultor, debido a su edad, dejó de trabajar, los frailes se encontraron manejando la tierra y unos ochenta animales por su cuenta. La tierra, lejos de la comunidad, era difícil de manejar para los religiosos, por lo que los frailes trasladaron los animales cerca de Quelimane, confiándolos a un grupo de criadores locales. "La granja va bien. Estamos empezando a vender animales, especialmente en los días festivos importantes, cuando las comunidades se reúnen y tienen pequeños banquetes. Pensamos que el camino tomado es el correcto", señaló el fraile.
Los capuchinos ahora quieren ir un paso más allá, elevando los estándares de reproducción. Por esta razón, están recaudando fondos para la construcción de casas de pastores, la adquisición de maquinaria para el control de plagas y también para trabajar la tierra en la que pastan los bueyes y las cabras.
"El camino de la autosuficiencia no es sencillo, pero es el único que se puede seguir si queremos una Iglesia que sepa caminar con sus propias piernas y que esté profundamente insertada e integrada, es decir, encarnada, en la realidad local", concluyó el padre Guido.
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