la sociedad vietnamita, y la Iglesia, demuestran un admirable dinamismo. El nivel de vida ha mejorado mucho en las dos últimas décadas. Es una sociedad muy joven y emprendedora.Y la comunidad católica está muy bien considerada, -incluso por aquellos que no son católicos-, por sus obras religiosas y sociales: acceso al agua potable, construcción de carreteras y puentes, formación profesional y ayuda material para los más pobres. Ahora el país se enfrenta al fenómeno de la emigración, planteando un desafío también para la comunidad católica.En Vietnam, después de una época en la que se hablaba de cientos de miles de refugiados, ahora se habla de cientos de miles de emigrantes. El informe “Viet Nam Migration. Profile 2016” , -de la Organización Internacional para las Migraciones con sede en Ginebra escrito en colaboración con el gobierno vietnamita-, ofrece una visión actualizada y detallada de los desafíos de los nuevos flujos migratorios, tanto de los de salida como de los de entrada. Con una población cercana a los 100 millones, la diáspora de compatriotas que huían como refugiados desde principios de los años 70 ha despertado, casi de forma inevitable, un nuevo impulso por encontrar otras tierras y otras oportunidades de trabajo.
En 2016 se estima que alrededor de seis millones de personas cruzaron las fronteras vietnamitas con un número similar de retornos . El fenómeno está aumentando. Se espera que pronto alcance los 10 millones de movimientos por año, lo que involucrará a un 10% de la población total. Los más numerosos son los trabajadores con contrato más o menos fijo. También hay un número muy alto de alumnos matriculados en universidades extranjeras . Van seguidos por un número considerable de aquellos grupos de migrantes que necesitan una mayor protección: la emigración femenina ; y un gran número de mujeres y niños víctimas de la trata y del mercado negro de tráfico de órganos: 3897 casos con 6188 traficantes detectados y 8.366 víctimas en 2016. Los países más afectados son Camboya, China y Taiwán. Las remesas enviadas son para los familiares e incluso los amigos de estos migrantes que sobreviven con unos míseros ingresos.
Parece claro que el informe del gobierno quiera poner de relieve la voluntad gubernamental de apoyar los flujos migratorios, especialmente los internacionales, para ayudar a la economía nacional a crecer subestimando los “costes humanos” y dando espacio ilimitado a los beneficios económicos. Un aspecto este fundamental y ya experimentado en Filipinas, especialmente durante las dos primeras décadas de las políticas destinadas a fomentar el programa Manpower Export
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